No sé porque, pero escuchando los vaticinios de algunas elites económicas y mediáticas, y de los principales líderes de la oposición, primero me entra un escalofrío ante los desastres que anuncian. Y después, un alivio enorme al ver que no aciertan una.
Por ejemplo, Feijóo, el 5 de julio de 2022, ante las direcciones del grupo parlamentario popular en el Congreso y el Senado, señalaba que “La situación es muy compleja. Ya no estamos hablando de síntomas, sino de hechos claros. Nos dirigimos, todavía con mayor intensidad, a una profundísima crisis económica”. Y emplazaba al gobierno a trabajar en los presupuestos de 2023 insinuando que no se iban a aprobar.
Pues mira tú, no solo se aprobaron los presupuestos del 2023, con la oposición del PP, sino que además la economía española creció en 2022 un 5,5 por ciento. En un año muy complicado con el inicio de la invasión de Ucrania, la crisis energética que ha ocasionado, la inflación, la subida de precios y de los tipos de interés, entre otras cuestiones.
Una realidad de un 5,5 por ciento de crecimiento económico en España en 2022 frente a los sueños y vaticinios de algunos profetas de las catástrofes. A lo mejor, por ese motivo, últimamente me viene a la memoria ese fragmento de la obra de Calderón de la Barca, La vida es sueño, donde se dice:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Una de las primeras cosas que debería aprender alguien que pretende dedicarse al servicio público es a escuchar a los ciudadanos a los que quiere servir, y hacerse cargo de su estado de ánimo para poder mejorar sus condiciones de vida.
Vivir en realidades paralelas, creyendo que son ciertas o se van a hacer realidad por mucho repetirlas no solo es infantil, sino perjudicial para una sociedad española que necesita muchas dosis de diálogo y acuerdos, y menos de testosterona, crispación y cicuta. Quien no lo vea así, no solo estará fallando a sus votantes sino al conjunto de los españoles que quieren vivir tranquilos y mejorar sus condiciones de vida.
La economía española volverá a crecer este año, pero la situación continúa siendo complicada. En este escenario de incertidumbres, España cuenta con la ventaja de un gobierno que lejos de rendirse, bajar los brazos y abandonar a su suerte a los españoles con la fácil política de los recortes de derechos y servicios públicos, está realizando políticas para minimizar las consecuencias desfavorables, no dejando a nadie atrás y priorizando la reducción de la desigualdad entre la población.
En España, tenemos un gobierno que se ocupa de las personas. Pero no por suerte, sino porque los ciudadanos en las elecciones decidieron cuales querían que fueran las prioridades del país, a la hora de intentar mejorar sus vidas. Que no se nos olvide. No votar, puede hacer que cambien los gobiernos y con ellos las prioridades.
España y los españoles tenemos algunas necesidades. La primera, que parece utópica por la irresponsabilidad de la oposición, es la urgencia de un gran acuerdo para reducir la desigualdad en España.
La segunda, es aprovechar los fondos europeos para aumentar el progreso y el bienestar de todos los españoles. Y la tercera, es que el gobierno pase de la crispación de las derechas, combata a las élites económicas, continúe sus políticas de no dejar a ningún ciudadano atrás, y consolide la modernización de España sobre la base del bienestar y la equidad en la vida cotidiana de todos los españoles.
Este camino, emprendido por el gobierno de Pedro Sánchez tras la moción de censura, debe continuar de manera más persistente si cabe ahora.
La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social AROPE (por sus siglas en inglés, At Risk Of Poverty or social Exclusion) se creó en 2010 para medir la pobreza relativa en Europa ampliando el concepto de la tasa de riesgo de pobreza, que solo contemplaba los ingresos.
En 2021 se estableció un cambio metodológico que afectó a dos de sus tres dimensiones. Así, la tasa AROPE (nueva definición 2021) se define como aquella población que está al menos en alguna de estas tres situaciones: Riesgo de pobreza (no cambia su definición con respecto al indicador antiguo) Carencia material y social severa (antes carencia material severa), y Baja intensidad en el empleo (nueva definición 2021)
Pues bien, la tasa AROPE se situó en el 26 por ciento de la población residente en España en 2022, frente al 27,8 por ciento de 2021. Lo que significa que más de 850.000 españoles han salido de esta situación.Esta reducción se ha producido además en sus tres componentes:
- La población en riesgo de pobreza descendió del 21,7 por ciento al 20,4 por ciento. Es decir, 476.151 personas menos en riesgo de pobreza en un año.
- Las personas residentes en hogares con carencia material y social severa disminuyeron seis décimas, hasta el 7,7 por ciento.
- La población en situación de baja intensidad en el empleo pasó del 11,6 por ciento al 8,6 por ciento. Es decir, salieron de esa situación en un año 1.428.451 españoles.
Como he señalado en más ocasiones, ante esta realidad, el gobierno tiene la obligación de continuar con las políticas que está realizando para mejorar la vida diaria de los españoles. Lo demás ya vendrá.