Recordemos brevemente. Camps comenzó negando que conocía a Álvaro Pérez (alias “El Bigotes”) pese a haber asistido a su boda. De hecho, el gobierno Camps emitió una nota de prensa diciendo que el Presidente de la Generalitat asistía a todos los actos que se le invitaban (¡qué bien!, pensaron muchos valencianos pues siempre podrían invitarlo como el “padrino” en los bautizos). Luego salieron aquellas conversaciones a lo Corín Tellado donde Camps llamaba “amiguito del alma” al “Bigotes”.

Siguiendo con la misma estrategia, Camps negó que hubiera trajes. Nunca se había confeccionado trajes en aquella tienda. Mientras lo negaba, llamaba al sastre reiteradamente para ver qué declaración judicial estaba realizando.

Pillado en la mentira, Camps siguió improvisando. Se había hecho trajes pero los había pagado en metálico con el dinero de caja de la farmacia de su mujer. Esta peculiar y extrañísima declaración la realizó ante la justicia. No tuvo empacho en mentir. Seguramente, Camps es el único español que no utiliza tarjetas de crédito y que acude a la caja de la tienda a coger 12.000 euros en metálico para pagar trajes.

En las Cortes Valencianas siguió manteniendo la impostura y la mentira. Sus declaraciones oficiales han sido siempre: “no ha habido regalos, yo me pago mis trajes, no hay contratos de la trama Gürtel con la Generalitat”. La realidad, que siempre es muy tozuda, se impone sobre las mentiras de Camps: no han parado todavía de descubrirse contratos con la trama Gürtel, todavía no han aparecido las facturas de los trajes, no hay constancia de los pagos en metálico, y aparecen nuevas declaraciones y documentos confirmando la estrecha e íntima relación de Camps con la trama.

Mientras, el PP ha jugado mediática y socialmente a imponer su fuerza: arrasando con actos y mítines de aclamación, instrumentalizando los votos electoralmente, acusando a la oposición, forzando a que los jueces no se atrevan a juzgar al “Molt Honorable”. Pero el “Molt Honorable” lleva todo el camino de sentarse en el banquillo y de ser juzgado por un tribunal popular. ¿Qué hará Camps frente al pueblo? Durante meses, ha dicho que tenía “ganas, muchas ganas de declarar”, pero ha intentado por todos los medios evitar este juicio, e incluso ahora, no se presentará el día 15 ante el juzgado.

Anchoas aparte, la dirección del PP está vinculando su futuro al de Camps. Ahora, ya han reconocido que hubieron trajes, que ha habido regalos, que sí hay posible delito de cohecho, pero por una ridícula cuantía. La estrategia ahora es que el delito de Camps sólo es por unos miles de euros, casi, casi como una multa gorda de tráfico.

Esto no es así. Hay una mentira encima de la mesa, tanto a nivel político como judicial. ¿Y por qué hemos de creer que esa es la única mentira? ¿De verdad sólo se trata de unos trajes? ¿No hay más? ¿Nada más tiene que ocultar el PP? Pues no se entiende. Si sólo son unos trajes regalados con delito de cohecho y un comportamiento deshonesto y mentiroso, Rajoy aparta a Camps, renueva el PP valenciano, da ejemplo de limpieza, cumple con su código ético, no pasa vergüenza mediática ni pública, y la Política aprueba este examen de responsabilidad. Pero Rajoy no lo hace. Y la pregunta siempre es la misma: ¿por qué? Y es que muchas veces no se puede remover las pequeñas corruptelas porque entonces se descubren las grandes trampas. El PP no es un partido de corruptos, no lo son sus militantes, pero ahora la dirección del PP debe demostrar que en este “silencio conspirativo” no hay nada que ocultar. La actitud bochornosa de Rita Barberá, el silencio cómplice de la dirección, las indirectas de Aznar, y las tragaderas de Rajoy dejan en evidencia al PP.

La rabia y sorpresa que tiene el PP es que han pillado a Camps en una “tontería”, como ellos dicen: “total por unos trajes”. ¿Acaso Rajoy y el PP temen que se descubra lo gordo, lo grande, lo escandaloso? Camps, como Al Capone, ha sido pillado por un presunto delito menor, PERO DELITO.