La digitalización está suponiendo una rápida transformación de nuestra sociedad y de nuestro día a día. El proceso de cambio de modelo productivo que está originando la innovación tecnológica y la globalización del trabajo crea importantes modificaciones en el mercado laboral fundamentalmente relacionadas con la organización y la gestión. La digitalización influye en la economía, en la vida social, laboral y en la seguridad y salud en el trabajo. Prácticamente se ha implantado en todos los sectores de nuestra economía y sociedad, debemos analizar sus consecuencias para que la transición hacia el nuevo modelo productivo y de relaciones laborales sea justa y equilibrada
Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) están creando nuevas oportunidades de empleo, innovación, incluso en ocasiones beneficios para las personas trabajadoras, mayores niveles de autonomía y flexibilidad, facilitando el acceso a los grupos vulnerables, como las personas con discapacidad, y las personas de más edad. Pero también están generando nuevos retos que dificultan que las condiciones de trabajo sean evaluadas y gestionadas correctamente, desarrollándose en algunos casos desigualdad y precarización del mercado de trabajo, así como riesgos para la salud y la seguridad de las personas trabajadoras.
Según la encuesta europea de empresas sobre riesgos nuevos y emergentes, ESENER 2019, de la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA) la gran mayoría de las empresas han integrado tecnologías digitales en sus operaciones, tan solo el 6 % de las empresas declaran no utilizar ninguna de ellas. Son muchas las personas trabajadoras que han visto incorporado en sus trabajos estas nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA), la big data, la robótica, internet, los algoritmos, las plataformas laborales digitales junto con el trabajo a distancia. La encuesta también ha encontrado evidencias de que el aumento del uso de las tecnologías digitales en el lugar de trabajo está vinculado a riesgos psicosociales, como la premura de los tiempos, la mala comunicación o cooperación, la precariedad laboral y el trabajo en turnos largos y con horarios irregulares.
Depende del modo como se aplique, gestione y regule la digitalización puede suponer una oportunidad o un reto para las relaciones laborales y por tanto para la salud laboral.
En la última encuesta realizada por la EU-OSHA, «Eurobarómetro Flash — OSH Pulse» de 2022, cuyo objetivo era recabar información sobre el estado de la seguridad y la salud en el trabajo en los lugares de trabajo con posterioridad a la pandemia, los datos muestran que las tecnologías digitales se utilizan para controlar el ruido, las sustancias químicas, el polvo y los gases en el entorno de trabajo del 19,2 % de las personas trabajadoras europeas, así como para controlar personalmente la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, la postura y otras constantes vitales del 7,4 % de las personas trabajadoras.
Respecto del teletrabajo, datos extraídos de esta misma fuente señalan que las personas teletrabajadoras tienen menos probabilidades de estar expuestas a la violencia o al abuso verbal por parte de clientes, pacientes, alumnos, o al acoso o intimidación. Sin embargo, también muestran que las personas que trabajan en casa declaran haber experimentado un aumento de la carga de trabajo (33,2 %), de la velocidad o el ritmo de trabajo que viene determinado por las tecnologías digitales (61,2 %), del aislamiento social (56,8 %) y de la presión de tiempo o la sobrecarga de trabajo (46,9 %) con mayor frecuencia que la población activa total.
Se comprueba como la digitalización puede suponer un empeoramiento de las condiciones de trabajo, pérdida de autonomía, aumento de la carga de trabajo y presión para lograr un determinado nivel de rendimiento. La sustitución de los mandos intermedios por algoritmos que asignan tareas al personal y supervisan su rendimiento. La pérdida del control del trabajo, reducción del contenido del puesto de trabajo y descualificación de los puestos de trabajo. El aislamiento del personal, la pérdida de apoyo entre iguales. La movilidad, flexibilidad, disponibilidad veinticuatro horas al día los siete días de la semana y difuminación de los límites entre la vida laboral y la vida privada.
La presión y la sobrecarga de trabajo tienen potenciales efectos sobre la Los riesgos psicosociales y el estrés laboral. Afectan de manera notable a la salud de las personas, de las organizaciones y de la economía.
El impacto de la digitalización en la salud mental está creciendo de forma significativa, los trastornos mentales, son el segundo problema de salud más común en el trabajo. Los riesgos psicosociales, ansiedad, depresión, o estrés en muchos casos siguen sin evaluarse, es más, siguen sin ser reconocidos como un problema de las empresas.
Como continuación de esta línea de trabajo la Unión Europea a través de la EU-OSHA está abordando dentro de su campaña “Trabajos saludables” 2023-2025 este planteamiento con el objetivo de sensibilizar a empresas y personas trabajadoras sobre la importancia de prevenir los riesgos que se pueden generar en los procesos de digitalización. Así como proporcionar a los gobiernos información sobre los posibles efectos de la digitalización en la salud laboral, de manera que puedan adoptar medidas eficaces para garantizar la salud de las personas trabajadoras.
Se han incorporado nuevos sistemas y herramientas de gestión de las personas, se producen nuevas situaciones, en las que la deshumanización y discriminación conviven con una mayor personalización de los puestos de trabajo y de las rutinas de trabajo, la organización del trabajo está cambiando, Por eso es fundamental el papel de los representantes de las personas trabajadoras, el derecho de información y consulta es requisito indispensable.
Estas nuevas tecnologías suponen en algunos casos una mejora de las condiciones de trabajo, por ejemplo, pueden trasladar a las máquinas las tareas repetitivas y peligrosas, pueden mejorar el rendimiento, como los exoesqueletos, facilitando el acceso al mercado laboral a colectivos de personas trabajadoras vulnerables, como personas discapacitadas, los migrantes o las que viven en zonas con escasas oportunidades de empleo.
Una de las líneas de trabajo de la recién aprobada Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2024-2027 se dirige al desarrollo de acciones sobre Salud Mental y Trabajo, conocer el impacto de las condiciones de empleo y de trabajo en la salud mental y prevenir los riesgos psicosociales en los lugares de trabajo, es el objetivo. Se pretende estudiar específicamente la influencia de los factores psicosociales en el riesgo para la salud mental.
La investigación y la ciencia reconocen el problema de la salud mental laboral, el Gobierno en funciones ha puesto medios para mejorar el diagnóstico y el tratamiento integral de la salud mental laboral, ahora se echa en falta el compromiso del empresariado, ya que la mayor parte de los factores que influyen en la salud mental de las personas trabajadoras son medidas organizativas.
Por tanto, queda claro que la digitalización, aunque tiene aspectos positivos, puede generar una mala salud mental en el ámbito laboral y tenemos la obligación de dar una respuesta preventiva.
Nos enfrentamos con el reto de lograr una economía digital inclusiva, sostenible, justa e integradora, cuyos beneficios alcancen a todas las personas trabajadoras y a toda la sociedad. Incorporar factores humanos en el diseño, y la participación de las personas trabajadoras. La mejora de las condiciones de trabajo y el bienestar laboral es posible y puede convivir con la digitalización.