Después de la celebración del Día la Fiesta Nacional (no el Día de las Fuerzas Armadas, como dicen algunos comentaristas que olvidan que esa fiesta se celebra a finales de mayo), diarios tan relevantes como El País o La Vanguardia han hablado de clima de tensión en la política española. No les falta razón. Quien siga esta sección se cansará de leer que cuando la derecha española no gobierna se echa al monte, rompe las reglas democráticas y pretende destruir al Gobierno por no considerarlo legítimo. En torno a la Fiesta Nacional estamos acostumbrados desde 2004 a los gritos e injurias contra el Presidente del Gobierno socialista (nunca contra el Presidente popular), pero hoy la tensión es mucho más fuerte y se expresa a través de muchas vías.
Como si recibieran una consigna (que a lo mejor se imparte), los diarios de la derecha han vinculado el desfile militar del Día de la Fiesta Militar con la hipotética amnistía. Por ejemplo:
- “La ley de amnistía sobrevuela un desfile de la Fiesta Nacional con el Gobierno en el foco” (ABC. 12 de octubre de 2023);
- “Orgullo de ser español en máximos ante la amnistía” (La Razón, 12 de octubre de 2023).
¿Qué tiene que ver el desfile militar del Día de la Fiesta Nacional y la hipotética amnistía que, sin duda, aún no se ha acordado? Aquí conviene hacer un excurso. El constitucionalista alemán Rudolf Smend (1882-1975) fue el autor de la teoría de la integración, que consistía en un conjunto de formas de vida que crean un sentido colectivo en la nación, y entre los factores de integración que facilitan la identificación del ciudadano con el Estado están los símbolos de éste (himno, bandera, escudo, fiestas nacionales). Desde 2004 la derecha madrileña (a la que no debe ser ajeno el Partido Popular) boicotea el desfile militar con sus gritos contra los sucesivos Presidentes socialistas porque no conciben otra integración en el Estado que la del Gobierno de toda la vida, el Gobierno de la derecha. Si no gobierna la derecha, deteriora los factores de integración que pueden vincular a los ciudadanos con el Estado democrático porque entiende que esos factores están en manos ilegítimas. Por eso, aparte de los gritos e insultos contra el Presidente Sánchez, la prensa de la derecha calentó el ambiente del 12 de octubre vinculando el desfile militar con algo que para su mentalidad es nefando, la amnistía, por muy hipotética que aparezca todavía. Algún día habrá que hablar más detenidamente de la labor destructiva de los diarios afines a la derecha que están horadando la convivencia democrática.
Tenía razón Enric Juliana en La Vanguardia del 13 de octubre cuando titulaba su artículo “El Doce de Octubre de Leonor, tensado por la ira de la derecha contra Sánchez”. Porque lo que se detecta hoy en toda la derecha española es la ira por el fracaso de Núñez Feijóo en una investidura que éste no debería haber forzado porque no había elementos para pensar que el líder popular podía obtener una votación suficiente.
Esa ira, como un río desbordado, inunda toda la política española y provoca cierta desconfianza hacia una derecha que no acepta la alternancia ni respeta las reglas de juego que ha establecido la Constitución. Varios ejemplos. En primer lugar, la campaña de alguna prensa marginal y de algún comentarista no tan marginal para que el Rey no sancione y promulgue la hipotética Ley de amnistía. Es obvio que en una Monarquía parlamentaria el Rey no es el intérprete de la Constitución y tiene vedado valorar la constitucionalidad de las Leyes que ha de sancionar y promulgar, por lo que tiene una obligación jurídica que no puede soslayar. Pero, por si acaso, la derecha lanza cantos de sirena sin darse cuenta de que esos cantos están debilitando a la propia Monarquía como forma de Estado,
En segundo lugar, esa agresividad de la derecha empieza a notarse también en otros órganos constitucionales como el Senado, con la convocatoria de los Presidentes autonómicos a la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado para debatir sobre la amnistía. Si leemos el artículo 56 del Reglamento del Senado, que establece las funciones de esa Comisión, debatir sobre el derecho de gracia en cualquiera de sus modalidades no es competencia de ésta, pero el Presidente del Senado, con la mayoría conservadora de la Mesa, va a imponer un debate inconstitucional. Lo mismo ocurre, también en el Senado, con la tramitación de ese hipotético proyecto de ley de amnistía. Según El País del 16 de octubre, el Partido Popular pretende utilizar esta Cámara para retrasar su aprobación, pero en realidad la única manera legítima de retrasar en el Senado la aprobación de un proyecto de ley es que esta Cámara oponga su veto al mismo, veto que el Congreso puede levantar por mayoría absoluta, sin que el Senado pueda retener el proyecto más de dos meses desde su remisión por el Congreso.
Probablemente veremos más supuestos de degradación de las instituciones, en concreto de los órganos constitucionales, pero estos son ejemplos que ya afloran aún antes de que se forme Gobierno.
Lo cierto es que esa ira de la derecha, ese odio por no detentar el Gobierno que consideran suyo, está creando un mal clima social y político. Por eso el fracasado Núñez Feijóo, en un discurso un tanto onírico, habló hace unos días de un “fraude electoral” refiriéndose, no a un intento de manipular la votación, sino a la ausencia de la amnistía en el programa electoral del PSOE… como si en el programa electoral del Partido Popular de 1996 hubiera estado hablar catalán en la intimidad, sacar a la Guardia Civil de Tráfico de las carreteras catalanas o negociar en Suiza con los representantes del Movimiento Vasco de Liberación. No se puede invocar un fraude electoral con referencia a cuestiones políticas futuras que puedan negociarse ante una investidura porque el fraude electoral es otra cosa muy bien conocida.
En conclusión, ira, frustración, pobreza argumental y deterioro institucional como expresión del fracaso de la derecha en la investidura. Si no creyeran tanto los sondeos de sus gurús electorales, hoy no estarían tan frustrados.