El presidente del Partido Popular, Núñez Feijóo, está necesitado de mostrar que es el líder de la oposición y de su partido. De modo que, como inicio de la nueva temporada política, desafió al Gobierno pidiendo un debate en el Senado, que es la Cámara donde él está presente. Pensaba que el Gobierno no aceptaría el desafío, pero no fue así y de inmediato el Gobierno solicitó una comparecencia de su presidente, para debatir la crisis energética, comparecencia que ha tenido lugar el 6 de septiembre. No se puede decir que el debate haya servido para consolidar el liderazgo de Núñez Feijóo en la sociedad y en su partido.
Desde que se conoció el desafío de Núñez Feijoo, la propia prensa conservadora mostró cierta reticencia a causa del tipo de debate que contempla el Reglamento del Senado. No podía ser un debate a dos ni tampoco una confrontación donde el nuevo presidente popular pudiera hacer una exposición de todos sus argumentos de oposición, porque es el Gobierno, y no los Grupos Parlamentarios, el que selecciona el tema a debatir, por lo que Núñez Feijoo sólo podría salir de ese tema con mucha prudencia si no quería ser llamado a la cuestión por el Presidente de la Cámara. Con la habitual equidistancia de La Vanguardia, Enric Juliana se queja del poco tiempo que tuvo el dirigente popular y del tiempo ilimitado de que dispuso Pedro Sánchez, pero saltarse las reglas del Reglamento del Senado habría sido aceptar las reglas que quería el partido de la oposición y repetir el debate del Estado de la Nación sólo para mayor gloria de Núñez Feijóo. Cuando a uno le eligen líder de la oposición y no tiene la condición de Diputado, tiene que arrastrar sus consecuencias, porque la política en el Parlamento tiene sus reglas y si el Partido Popular ni siquiera respeta la Constitución y boicotea la renovación de los órganos constitucionales no esperará un trato de privilegio en el Senado.
Además, Núñez Feijóo llegaba al debate con varios hándicaps. Por una parte, la sensación de que es la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, la que marca la agenda del Partido Popular, como se ha visto en la desproporcionada oposición al último Decreto-ley de restricciones energéticas, de modo que el presidente de su partido va detrás de la dirigente madrileña. Por otro lado, Núñez Feijóo, en muchas intervenciones públicas, tiende a equivocar los datos económicos que maneja y esas equivocaciones ya son comentadas por los medios de comunicación. En tercer lugar, y ello puede parecer paradójico, el presidente del Partido Popular está condicionado por los diversos sondeos que sitúan a su partido por delante del PSOE. Núñez Feijóo quiere creerse esos sondeos, pero él sabe que muchos son muy poco fiables y que los sondeos rigurosos no pasan de dar al partido conservador una mayoría insuficiente para gobernar. Esos sondeos son, en cierto modo, una trampa, porque reafirman la política agresiva del partido conservador.
La intervención de Núñez Feijóo ha sido discreta, entendiendo por discreta que no ha cometido grandes errores, pero ha sido agresiva, llorosa y no ha ofrecido alternativas programáticas. Ha dado mal algunas cifras, como han destacado algunos comentaristas, aunque no ha cometido errores mayúsculos como en otras ocasiones. Pero esta vez lo más destacable de la intervención de Núñez Feijóo sería, por este orden, la concepción impositiva de la colaboración con el Gobierno y la ausencia de un proyecto político alternativo.
Núñez Feijóo y otros dirigentes del Partido Popular repiten que quieren pactar con el Gobierno, pero, como se ve con el Consejo General del Poder Judicial y con el intento de impedir que el Gobierno nombre Magistrados del Tribunal Constitucional, no es verdad. Para el Partido Popular pactar con el Gobierno consiste en que éste acepte las iniciativas y hasta las ocurrencias que lanza el partido de la oposición. Olvidando que es partido en la oposición, el Partido Popular pretende que el Gobierno, que representa a la mayoría parlamentaria, se pliegue a las propuestas conservadoras. Esa es la idea de pacto de los populares y por eso no se llega muy lejos. Además, ¿qué idea de lo político tienen los dirigentes del Partido Popular que piden al Presidente Sánchez que rompa la coalición a cambio de nada? Como todos los partidos, Unidas Podemos concita rechazos y apoyos, pero es constitucionalmente un partido tan legítimo como el Partido Popular. ¿Y quiere Núñez Feijóo que el PSOE se ponga en manos de un partido que gobierna con Vox en Castilla y León?
El discurso de Núñez Feijóo ha sido insustancial desde el punto de vista del contenido. A pesar de defenderlo, Juliana dijo en La Vanguardia que el presidente del Partido Popular “respondió con una intervención mal articulada, desairada y victimista”. Así fue, pues no ofreció alternativas ni ideas bien trabadas. Hay que empezar a pensar en dos posibilidades, que son que el dirigente popular sigue sin tener equipo o bien que ha llegado a su límite y que no es más que un político local, que no tiene visión ni método para entender el Gobierno de España. Sus partidarios no pueden estar satisfechos y habrá que suponer como se moverá el político gallego en un debate electoral.
El debate en el Senado era una oportunidad para que Núñez Feijóo se asentara como líder de la oposición. No ha sido así. Ha mostrado sus carencias y las de su equipo y ni siquiera ha sido capaz de mostrar su disposición a colaborar con el Gobierno, anunciando que desatasca la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Que cumpla la Constitución y así se verá su voluntad de diálogo. Mientras tanto, sólo sabe lanzar fuegos artificiales.