La agresión rusa a Ucrania nos ha devuelto a los europeos a un mundo anterior a 1945, sumando a emergencias como la sanitaria o la climática, el reto de ganar esta III Guerra Mundial que estamos librando indirectamente, como ya apuntó el 21 de septiembre de 2022 el Presidente Sanchez al declarar que ésta es una “guerra también contra toda la Unión Europea”. También por eso la economía europea adopta el tenor típico de los conflictos armados: inflación, controles de precios, y potencialmente, racionamiento energético.

En el terreno militar, el coraje y determinación de las fuerzas armadas ucranianas, y la ayuda militar y de inteligencia de Occidente está dando resultados tangibles como prueba la contraofensiva, lanzada el 29 de agosto de 2022, en el área de Jarkov y Izium y avanzando más lentamente por el sur para recuperar Jersón. Con todo, es evidente que la defensa de la integridad territorial de Ucrania habría sido aún más efectiva con una asistencia occidental más rápida y cuantiosa, particularmente por parte de Europa, y ello teniendo en cuenta la novedosa activación de la Facilidad Europea de Paz puesta en marcha por Josep Borrell. Se siguen echando en falta misiles de más largo alcance, tanques y aviones de combate, que podrían ser decisivos en el futuro inmediato.

En el frente económico, es evidente que las sanciones están funcionando, y que el Kremlin cuenta con menos recursos para financiar la maquinaria de guerra, entre otros perjuicios, razón por la que ha reclamado su retirada para reiniciar los flujos de gas a Europa. Sin embargo, la UE cuenta con suficientes reservas de esta materia para hacer frente al invierno de 2023 y ya ha entendido que debe terminarse su dependencia energética del país euroasiático, resistiendo a la presión de Putin que trata de debilitar nuestro apoyo a Ucrania precisamente con el alza de los precios de la energía. No se lo podemos permitir.

Sin duda se han dado pasos importantes por parte de la UE y los Estados miembros para hacer frente a esta crisis energética. Por un lado, la Comisión fijó rápidamente objetivos de reserva y de ahorro para los Estados, que debían llegar al 80 % de capacidad en el caso del gas para el 1 de noviembre de 2022, objetivo muy cerca de ser cumplido, trabajando por ampliar las interconexiones (donde España puede desempeñar un papel clave, si Francia coopera) para el gas natural, y la compra común de energía importada para rebajar los precios (todavía no activada). Sin embargo, es verdad que a la Comisión ha reaccionado con lentitud y de ahí que haya ido a rebufo del gobierno de Pedro Sánchez, con medidas como desacoplar el precio general de la electricidad del gas o gravar los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas.

Gracias a esta mirada de largo alcance, el precio que pagan los ciudadanos españoles y portugueses era, a finales de agosto de 2022, un 36% menos que en Francia, un 41% menor que en Italia y un 27% menos en Alemania. Por ello, la solución socialista ha sido reconocida por el ejecutivo comunitario, tras el anuncio de la Presidenta Von der Leyen el 30 de agosto 2022 de que “el mercado ya no funciona”. Así, el 14 de septiembre la Presidenta, anunció que se impondrán límites a las ganancias de empresas energéticas y nuevos gravámenes sobre los llamados beneficios “caídos del cielo”, que se estima puedan recaudar hasta 142.000 millones de euros. La Presidenta también se reafirmó en la necesidad de rebajar el precio del gas, medidas discutidas en el Consejo extraordinario de Ministros de Energía, el pasado 9 de septiembre de 2022 y a las que deben sumarse las adoptadas por el G7, que el 2 de septiembre, anunció el establecimiento un tope al precio del petróleo para limitar los ingresos rusos.

En cuanto a los Estados miembros, la gran mayoría ha activado medidas para contener los precios y sus efectos sociales, ya sea con descuentos, topes, o con transferencias de renta, así como subsidios, reducción de impuestos sobre el precio de gasolina, gasóleo o electricidad y exenciones fiscales a empresas.

Todas ellas son medidas necesarias, pero con un BCE que sube el tipo de interés frente a una inflación de costes, lo que además de potencialmente ineficiente puede generar una recesión, se puede reabrir el problema de la sostenibilidad de la deuda pública de algunos Estados miembros, además de distorsionar el mercado interior y la competencia (Alemania anunció el 3 de octubre de 2022 un plan de ayudas de 200.000 millones de euros). Pero las necesidades de nuestros ciudadanos y empresas son las mismas. Necesitan ser compensados por los altos precios de la energía a los que ya se enfrentan desde hace varios meses, situación que se deteriorará aún más con la llegada de las temperaturas invernales. Al igual que con la compra común de vacunas, y el Plan de Recuperación, la única solución al problema energético es de carácter europeo: una verdadera Unión de la Energía con redes de energía compartidas. compras de energía comunes, y un programa europeo de ayudas a familias y empresas, particularmente Pymes. Es preciso pues lanzar un nuevo Plan Europeo de Asistencia y Resiliencia, sostenido mediante una emisión de deuda comunitaria al igual que se hizo con el Next Generation EU, que financie desde la solidaridad estas medidas compensatorias, fundamentales para ayudar a los hogares y evitar una quiebra del apoyo ciudadano a la estrategia frente a Putin. Como proponen los comisarios Breton y Gentiloni en el artículo “La última respuesta de Alemania a la crisis energética plantea interrogantes”[1], “solo una respuesta europea común y unida puede preservar nuestra industria y proteger a nuestros ciudadanos”, porque “los países no tienen el mismo espacio fiscal (…) debemos pensar en herramientas mutualizadas a nivel europeo nivel”. Este apoyo presupuestario a nivel de la UE complementará la acción del BCE para calmar la volatilidad de los mercados financieros, manteniendo al mismo tiempo la integridad y la unidad del mercado interior, proporcionando así la misma protección a “todas las empresas y ciudadanos europeos” y avanzando “juntos en esta gran crisis”.

Asimismo, la Unión debe seguir priorizando la transición ecológica. Es necesario consolidar el Plan Europeo de Recuperación como una herramienta para proporcionar la necesaria financiación a largo plazo, ya que el Tribunal de Cuentas y la Comisión estiman en 1 billón de euros el valor de las inversiones necesarias para conseguir cumplir con la neutralidad climática.

El viejo adagio “la Unión se forjará en las crisis” ha resultado ser, una vez más, cierto, pero no debemos contentarnos con uniones sectoriales y avances ad hoc y temporales, por importantes que sea esta unión energética y climática. Es necesaria encuadrarla en un marco orgánico y coherente, también institucionalmente. El Manifiesto de Ventotene, documento fundacional de la UE escrito en plena guerra contra el nazi-fascismo, mantiene su vigencia y debe ser proyectado hacia el futuro. Por ello, eurodiputados federalistas, académicos, y miembros de la sociedad civil, hemos querido renovar este espíritu. Tras un año de trabajo conjunto, se firmó la Propuesta de Manifiesto para una Europa Federal, Soberana y Ecológica[2] el 29 de agosto de 2022 en la isla de Ventotene.

Esta Propuesta de Manifiesto ha planteado una serie de propuestas inspiradas en la herencia del Manifiesto de Ventotene adaptado al contexto actual: la guerra de Ucrania, la emergencia sanitaria, la crisis climática, la revolución digital, los ataques a los Derechos Humanos, y la profundización de las desigualdades, entre otros. Retos que requieren una gobernanza transnacional de tipo federal y social en Europa y el mundo.

____________________________________________

[1] 3 octubre 2022. Germany’s latest response to energy crisis raises questions https://www.irishtimes.com/opinion/2022/10/03/germanys-latest-response-to-energy-crisis-raises-questions/

[2] 6 octubre 2022. New Ventotene manifesto calls for a European and global federation. https://www.democracywithoutborders.org/23858/new-ventotene-manifesto-calls-for-a-european-and-global-federation/