En un reciente informe de Eurostat, Age of young people leaving their parental household[1], con datos correspondientes a 2021, se constata que nuestros jóvenes se emancipan con una edad próxima a los 30 años, tres por encima de la media europea (26,5). España se sitúa en la posición octava entre los países de la UE-28 que más tarde abandonan el hogar familiar. Los primeros a la cola son: Portugal (33,6 años), Croacia, Eslovaquia, Bulgaria Grecia, Italia, Eslovenia, y Malta, entre los primeros puestos: Suecia (19 años), Dinamarca, Finlandia, Estonia, Holanda y Francia.
Se observa una estrecha relación entre la edad de emancipación y el desempleo, de tal suerte que entre los países donde se independizan más allá de los 29 años las tasas de paro juveniles son más elevadas. No en vano en lo que a nuestro país se refiere, según el Observatorio de la Emancipación[2], la tasa de paro juvenil experimentó una subida notable en el 2020 (30,19%) respecto al 2019 (23,81). En el segundo trimestre de 2021 se redujo ligeramente (30,01%), si bien la tasa de paro todavía está por encima de los datos pre-pandémicos.
La Real Academia española define juventud como “la edad que se sitúa entre la infancia y la edad adulta”. Según Urcola “La juventud es un concepto homogeneizante que debe interpretarse a la luz de las diferentes dimensiones que lo componen y condicionan ya que está atravesado por una multiplicidad de variables bio-psico-sociales. Si bien podemos afirmar que la juventud corresponde a una etapa biopsicológica del ciclo vital, también es cierto que se constituye como una posición socialmente construida y económicamente condicionada”[3]. Nos remite a la edad cronológica, aunque haya diversas formas de ser joven y vivir esta etapa vital en función de variables económicas, sociales y culturales. En definitiva, hay distintas maneras de sentir, vivir y pensar la juventud.
Para Piaget lo propio de los adolescentes y de los jóvenes es que “… por una parte, están llenos de sentimientos generosos, de proyectos altruistas o de fervor místico, y, por otra, son inquietantes por su megalomanía y su egocentrismo consciente”[4]. Se instalan en la transformación, en el cambio en la mejora de lo existente, pasando, según Piaget, de ser reformadores a realizadores: “Al igual que la experiencia reconcilia al pensamiento formal con la realidad de las cosas, también el trabajo efectivo y seguido, cuando se emprende en una situación concreta y bien definida, cura de todos los sueños”[5].
En una coyuntura como la actual, en donde los jóvenes son calificados de “generación perdida”, por tratarse de hombres y mujeres que en su más tierna juventud vivieron una primera crisis económica (2007-2008) y ahora en una juventud madura una segunda hay que añadir a los que están viviendo por primer vez procesos exclusógenos por pertenecer a este grupo etario. No es de extrañar que se desenvuelvan en el escepticismo, el descreimiento, la desesperanza y la incertidumbre, habiendo realizado satisfactoriamente “los deberes” para con la sociedad, formándose como nunca hasta ahora lo habían hecho las generaciones previas.
En palabras de Seligman: “… Los individuos sometidos a situaciones en las cuales no existe relación congruente entre sus conductas y los resultados de ellas, desarrollan desesperanza aprendida o indefección, síndrome psicológico cuyas manifestaciones se dan en tres áreas: motivacional (disminución de la motivación, inercia, pasividad), cognitiva (orientación rígida, negación a aprender nuevas conductas: rechazo al cambio) y afectiva (desajuste emocional que puede llevar a la depresión, apatía)”[6]. No encuentran su lugar, devienen en jóvenes crónicos, que en la tercera década de su vida siguen en el domicilio de sus progenitores, en algunos casos, asimismo, éstos con problemas económicos.
Lo anterior está teniendo repercusiones negativas sobre las nuevas generaciones, pues ni económicamente, ni psicológicamente pueden desvincularse de sus familias de adscripción. Uno de los efectos de mayor alcance es la caída de la tasa de fecundidad. De hecho, estamos a la cabeza entre los países con un menor número de nacimientos por 1.000 habitantes con una tendencia descendente desde 1975 (2,77), 1,65 en 1985, 1,33 en 2005, 1,33 en 2015 y 1,19 en 2021.
El desánimo es denominador común pues esforzarse no ha sido suficiente para estar en condiciones de desarrollar proyectos vitales a medio y largo plazo. ¿Qué deberíamos hacer para que recuperen los espacios perdidos y encuentren su papel como ciudadanos?
De vital importancia, en este sentido ha sido la aprobación el pasado 17 de mayo en el Consejo de Ministros de la Estrategia de Juventud 2022-2030 (EJ2030): “… cuya intención es integrar, proporcionar coherencia, orientar y brindar sentido conjunto a la totalidad de las políticas sectoriales de juventud de todos los ministerios (…) para garantizar el abordaje integral de los problemas que afectan a la adolescencia y la juventud, especialmente en lo que respecta a los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos sexuales y reproductivos, los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer (LGBTIQ), los derechos de las mujeres y la violencia de género, la discriminación por motivos raciales o étnicos, el reto demográfico y el cambio climático, entre otros”[7].
Se articula en 12 ejes temáticos (10 estratégicos y 2 transversales): “1. Educación y formación inclusivas, equitativas y de calidad, y aprendizaje durante toda la vida. 2. Autonomía, empleo digno y emprendimiento joven. 3. Emancipación, vivienda, natalidad y proyecto vital. 4. Salud integral y calidad de vida. 5. Economía de los cuidados y políticas de inclusión: colectivos jóvenes en grave riesgo de exclusión social o sujetos a doble discriminación. 6. Juventud y transformación global: participación y voluntariado. 7. Movilidad Juvenil: emigración y Retorno. 8. Juventud y mundo rural. 9. Gestión del conocimiento sobre la realidad juvenil y servicios a la juventud. 10. Gobernanza joven y cooperación Institucional. Y como ejes transversales: 11. Mujeres jóvenes e igualdad y 12. Medio ambiente y sostenibilidad”.
Una iniciativa de un extraordinario valor, que de materializarse en todas sus dimensiones, significaría un antes y un después para la juventud, devolviéndoles al sitio que nunca deberían haber perdido.
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[1] Véase, https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?oldid=494351
[2] Véase, https://www.observatorioemancipacion.org/la-emancipacion-juvenil-en-espana-datos-generales/
[3] Véase, chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.redalyc.org/pdf/877/87761105.pdf
[4] PIAGET, J, Seis Estudios de Psicología, Seix Barral, Barcelona, 1975, pág. 102.
[5] PIAGET, J. Seis Estudios de Psicología, op, cit, pág. 105.
[6] SELIGMAN en MONTERO, M., “Psicología Comunitaria: Orígenes, Principios”, Revista Latinoamericana de Psicología, V. 16, nº 3, 1984, pág. 395.
[7] Véase, http://www.injuve.es/conocenos/noticia/el-consejo-de-ministros-aprueba-la-estrategia-de-juventud-2030