Hemos de convivir cada día con una nueva medida insufrible mientras nos enteramos de los sobres en blanco y en negro que los dirigentes del PP cobraban, aparentemente de forma “legal”, aunque la obtención del dinero parece que se confirma que es claramente “ilegal”.
Casi todo se justifica por culpa de la crisis económica. Casi todo, porque lo que no es justificable es la involución ideológica que este país está sufriendo en manos de ministros que, un día se vistieron de progresistas para pasearse por las tertulias radiofónicas, pero una vez jurado el cargo, se han destapado como los más retrógrados del Gobierno.
La crisis económica no justifica ni a Gallardón ni a Wert. No justifica el ataque contra la libertad de la maternidad y los problemas del aborto, ni tampoco justifica que se puntúe la religión como materia de examen.
Que la crisis económica hará retroceder a este país treinta años atrás es una realidad. Veremos cómo se deterioran las infraestructuras, cómo ya no se realiza mantenimiento, cómo surge el trabajo en negro y la explotación, cómo se echa mano del turismo sobreexplotado de la costa, cómo se rebajan aún más los salarios frente a Europa (convirtiéndonos no en un país de segunda, sino de tercera, de la mano de obra barata y de servicio terciario), cómo se pierden los derechos de forma galopante, recordándonos más a países en subdesarrollo que a un país europeo.
La crisis económica está convirtiendo a este país en un mapa gris, triste, desolado, y sin esperanza.
Pero, si la ciudadanía no tiene bastante con los males “apocalípticos” de una macroeconomía de mangantes, ha de aguantar a los iluminados del Gobierno.
La Ley de Educación del señor Wert nos hace aún mucho más viejos. Nos acompañará en el retroceso económico, devolviéndonos a la EGB de los años 70. ¿Cuál es la generación que hizo reválidas y que estudió religión como materia obligatoria? ¡Presente!, hemos de contestar algunos, que vemos con estupor cómo quieren ofertar a nuestros hijos los estudios que nosotros tuvimos.
El debate no es si fueron buenos o malos estudios, sino si son adecuados para la época y los tiempos que estamos viviendo. Hemos de preparar a nuestros chicos para vivir en un mundo muy diferente al nuestro, y nadie cree en este país, salvo los curas (claramente por su propio interés de supervivencia) y los ministros más “carcas” (ellos sabrán qué pecados deben limpiar), que la Religión es necesaria en nuestro sistema educativo, y mucho menos, que sea imprescindible su evaluación.
Hemos conseguido una generación formada, con grandes estudios, másteres e idiomas, capaces de viajar y trabajar fuera, como estamos viendo, que son expulsados de nuestro país, no por su calidad, sino por la incompetencia de nuestro tejido económico. Y para solucionar el éxodo de los mejor preparados: de nuestros científicos, ingenieros, arquitectos, … el ministro Wert decide que quizás es mejor cambiar el sistema educativo, …¡hacia atrás!
Cuando más educación necesitamos, mayor inversión en conocimiento y ciencia para salir de la crisis, la apuesta del Gobierno Rajoy es a la inversa: reducir en educación, en formación, en conocimiento, y devolver a nuestros hijos al sistema educativo de los años 70.
Y si esto no fuera bastante horrendo, ¡Aznar amenaza con volver!
¿Nos hemos vuelto locos en este país?