Cada cuatro segundos muere una persona a consecuencia de la desigualdad material que se ha producido durante el periodo de la pandemia.
El informe que ofrece Intermon Oxfam Las desigualdades matan (https://cdn2.hubspot.net/hubfs/426027/Oxfam-Website/oi-informes/Informe_Las_Desigualdades_Matan.pdf) afirma que durante el periodo de la pandemia de la Covid-19 los diez hombres más ricos del planta han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99% se han visto reducidos de forma significativa y eso tiene un correlato directo sobre las vidas de la gente: la pobreza y las desigualdades matan. Y proporciona más datos para la reflexión: desde 1995, el 1 % más rico ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad; conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe; 3,4 millones de personas negras en EE. UU estarían vivas hoy si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca del país. Antes de la pandemia de COVID-19, esa alarmante cifra ya se situaba en 2,1 millones; se estima que el promedio de las emisiones invididuales de 20 de los milmillionarios más ricos es 8.000 veces superior a la de cualquier persona de entre los mil millones más pobres.
Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, entre países y dentro de ellos, tienen una causa, no se deben a la climatología, se deben a un sistema económico llamado capitalismo, que en los momentos actuales se desarrolla de forma extrema ejerciendo lo que el informe califica de ‘violencia económica’. Tiene que ver con decisiones políticas y económicas, con desarrollos normativos y legislativos que van encaminados a favorecer los privilegios de una élite económica mundial, y cuya repercusión sobre el resto de las poblaciones del planeta son desastrosas. Recordemos, cada cuatro segundos la desigualdad siega una vida, cerca de 21.300 personas al día.
Las políticas diseñadas para convertir derechos básicos como la alimentación (el hambre mata como mínimo a 2,1 millones de personas al año), como la salud (5,6 millones mueren por falta de acceso a los servicios de salud), la educación, los servicios públicos en objetos de negocio apagan vidas. Lo mismo sucede con las políticas económicas que no respetan el medio ambiente, agravando la crisis climática (más de 231 mil personas mueren por efectos de las crisis climáticas) o con aquellas que vulneran la igualdad de género y atentan contra los derechos de las mujeres (la violencia patriarcal y la mutilación genital femenina se cobran las vidas de más de 67 mil mujeres al año). Además, se estima que hay 143 millones de mujeres menos en el mundo de las que deberían por la combinación del exceso de mortalidad femenina y el aborto en función del sexo del feto (por la preferencia de hijos varones).
¿Qué se puede hacer para remediar esta situación?
El propio informe abunda en situar la Igualdad en el centro del debate, abordando con valentía políticas públicas redistributivas en todos los órdenes. Así los gobiernos deben trabajar para “promover activamente una mayor igualdad económica y reivindicar la igualdad racial y de género a partir de objetivos explícitos, cuantificables y con plazos concretos”.
El informe asegura que “no falta dinero; eso quedó claro cuando los Gobiernos movilizaron 16 billones de dólares para la respuesta ante la pandemia. Lo que falta es voluntad para abordar las desigualdades y la riqueza y el poder de los ricos y poderosos, así como imaginación para liberarnos del asfixiante corsé que constituye el neoliberalismo extremo”. Cambiar el rumbo requiere “requiere una transformación ambiciosa de las reglas que rigen la economía con el fin de predistribuir de una manera más justa el poder y los ingresos (empezando por garantizar que los mercados, el sector privado y la globalización no generen una mayor desigualdad), haciendo que los ricos tributen lo que les corresponde justamente e invirtiendo en medidas públicas de eficacia demostrada”.