Para una gran mayoría de españoles nos resulta incomprensible que la Reforma Laboral, que ha conseguido el acuerdo de los agentes implicados y lógicamente enfrentados por tener intereses contrapuestos – empresarios y trabajadores -, no consiga la unanimidad del Parlamento porque prevalecen los intereses partidistas por encima del interés general.
El PP y Vox siguen con su estrategia de tierra quemada, da igual de lo que se trate, da igual que sea bueno para el conjunto del país, da igual que dañe la imagen del país o que se ataquen los fondos europeos para España, da igual porque la política vengativa y exaltada que genera odio es lo que parece que les funciona. Exaltar ánimos, populismo demagógico y construir un relato lleno de fake news sin ningún tipo de rubor. Cada vez que oigo las preguntas al gobierno de los miércoles me pregunto lo mismo: ¿no hay nadie más que Teodoro García en el PP que pueda ser portavoz de grupo? ¿no hay nadie en el PP que sienta vergüenza propia al escuchar sus continuos chascarrillos simplones que atentan a la inteligencia colectiva?
Respecto a otros partidos de la izquierda, no tiene calificación esas exigencias de “pureza” que anteponen a la aprobación de la reforma. “No es suficientemente de izquierdas”, argumento encima de la mesa. Quién marca la frontera ideológica. Se demuestra la incapacidad de gobernar y gestionar de estos partidos que son incapaces de conciliar intereses opuestos en busca de un bien conjunto. Nunca llueve a gusto de todos. Nunca los resultados finales son los que uno quiere en su totalidad. Esa es la grandeza democrática: saber negociar y dialogar, alcanzar acuerdos, firmar pactos, aprobar leyes, darse la mano ratificando confianza. Imposible que algunos lo entiendan porque perderían su “esencia” de permanente confrontación.
La aprobación de la Reforma Laboral aporta, en mi opinión, tres efectos a considerar, más allá del éxito que supone alcanzar este acuerdo y mi felicitación a las partes que han tenido la grandeza de conseguirlo: trabajadores, empresarios y gobierno.
1. El primer efecto es demostrar que no es cierto el mantra de que “la derecha gestiona mejor”. Hace mucho tiempo que eso no es así, pero ha quedado como un estereotipo de un relato simplista que cae por los propios resultados. Esta crisis de la pandemia hubiera tenido unas consecuencias muy diferentes si hubiera estado al frente el PP, y no es opinión, sencillamente hay que comparar con lo ocurrido en la crisis del 2008.
Y ya es hora de reconsiderar determinados estereotipos que la derecha reproduce cansinamente en sus mensajes bobalicones. Por ejemplo, cuando habla de Rusia, el comunismo y la izquierda. Ahí está ahora Vox, sacando pecho de ser amigo de personajes como Órban, quien defiende claramente la posición de Putin. Resulta fácil de entender esta ensalada ideológica condimentada por un discurso claramente antidemocrático. Lo que no tengo tan claro es si los seguidores de la ultraderecha han comprendido este intercambio de piezas.
Lo más peligroso son las consecuencias de sus discursos, como incendiar los ánimos de la gente con falsedades que provocan estampidas como las de Lorca.
2. He criticado muchas veces el rumbo errático de Ciudadanos, cuya consecuencia está en la sangrante pérdida de votos. Pero me alegra que voten a favor de la reforma laboral. Fundamentalmente porque se rompen “los bloques”. No es bueno para un país democrático que se establezcan unos bloques políticos tan radicalmente opuestos. Nunca debió ser el papel de Ciudadanos situarse de forma tan rotunda en la derecha política. Como nunca debió ser la negación al diálogo por parte de la izquierda. “O con ellos o conmigo”, dice muy poco de una actitud democrática.
No me gusta que se argumente que “es una pena que se apruebe con los votos de Ciudadanos”. No. Lo que es una pena es que no voten los demás.
Que se rompan ciertas estructuras férreas que estaban imposibilitando acuerdos, consensos o diálogos, más allá de las posiciones partidistas, es una de las consecuencias saludables de esta reforma.
3. El punto más débil lo provocan determinados partidos de izquierda que, una vez más, se arrogan la “pureza” ideológica como antes se han arrogado otras purezas. Y resulta lamentable porque no deja de ser una excusa para frenar los triunfos en este caso, no tanto al gobierno de Sánchez, como directamente a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Es un aviso para navegantes: Ojo porque no será tan fácil confluir a la izquierda del PSOE.
Y es que la izquierda siempre se mira mucho el ombligo, siempre hay grupos y grupúsculos. Como en “La vida de Brian” encontraremos quien esté por crear una nueva escisión con el fin de mantener intacta “su verdad”.
Que cada cual aguante su vela y sea responsable de las decisiones que toma en el camino. Eso cuando resuena la mayoría absoluta de Antonio Costa en Portugal.