Pero sobre todo es una novela centrada en los personajes, en su psicología, en sus interacciones mutuas y en cómo, en el día a día, tratamos de mostrar nuestra mejor cara, ocultando en la apariencia lo que somos realmente, nuestros secretos inconfesables y nuestro mundo interior, por creer que puede hacernos más vulnerables. “Las apariencias engañan”, como dice la sabiduría popular, y en este trabajo de Silva lo sentimos en sus protagonistas.
Y también podemos acercarnos a la codicia humana, a la distrofia que supone el afán desmedido de adquirir riqueza y poder. La riqueza de los malvados de corazón y el poder de los que sin escrúpulos manejan a su antojo las riendas de vidas ajenas, aun a riesgo de su aniquilación.
“Poderoso caballero es don dinero” escribía Quevedo hace siglos y poderoso caballero sigue siendo don dinero, si cabe más que antaño, en un comienzo de siglolleno de sicarios dispuestos a lo que fuere por alcanzar sus objetivos. Objetivos banales de ostentación, de dominio, de control y de una suerte de artificialidad que les hace creerse diferentes, especiales e inmunes. Pero el Brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro destruyen su inmunidad, les descubren en su torpeza y nos hacen creer, en nuestra ingenuidad, que nadie escapa a su suerte.
Los cuerpos extraños es un relato ameno, en algún momento, descarnado, pero, en definitiva, una historia de realidades que escuchamos y vivimos en nuestra cotidianeidad, a pesar de que cualquier ciudadano de bien estoy segura desearía nunca servirse de escuchar y ser partícipe de vilezas y tropelías.