En los últimos tiempos se ha producido un cambio en la fuerza, en términos de Star Wars, conservadora. En parte consecuencia de la alteración del “equilibrio” surgido del “noli me tangere” los privilegios, establecido por los beneficiados de la dictadura y asumido por los demócratas en aras de una transición pacífica a la democracia. Ya de hecho, la versión griega μὴ μoυ ἅπτoυ indicaba una continuidad en el tiempo y los herederos de aquello nunca notaron escalón o contradicción.

Algo en apariencia con poco efecto social, como fue levantar la losa de granito que blindaba los restos del dictador Franco, fue un shock psicológico para la derecha. Aquella losa protegía mucho más que unos restos mortales. Era un rompeolas ideológico tras el que algunos se encontraban seguros. Mientras estaba allí horizontal y perfecta, la izquierda oficial era ruido sin nueces. Ahora aparece en la derecha la nostalgia de aquellos tiempos sin impuestos sobre los beneficios extraordinarios, con las empresas energéticas haciendo a su antojo, despido barato y tantas cosas que añorar. Y con ello, la idea del socialista bueno de ayer.

Y no pregunten la razón, pero cada vez que hogaño se mencionan a los socialistas “fetén” de antaño suena Machín: “Píntame angelitos negros, Que también se van al cielo, Todos los negritos buenos”. Píntame angelitos socialistas, Que también se van al cielo, Todos los socialistas buenos… Los socialistas buenos no eran los que luchaban contra el franquismo o los que ahora impulsan la justicia social. Eran algunos de los que velaron con respeto durante décadas la memoria del difunto y los derechos “naturales” de sus herederos. Las primarias de mayo de 2017 llenaron las urnas, todo hay que decirlo, de papeletas que no cuentan con la aprobación de la derecha.

Y el cambio de clima se nota en que hasta el momento, la derecha española se daba por satisfecha con congelar y amagar. Ya fuese recursos en el tribunal Constitucional o usar la palabra “reformar”, que parece progresista eso de las reformas aunque sea para peor. Ahora aparece masiva la palabra “derogar”. La derecha española ya no es conservadora, es retrógrada. Sin disimulo y en campaña. Derogarán leyes, combatirán la justicia social; es un volver para atrás a la España de personas “blancas, respetosas, católicas y de bien”, personas identificables precisamente porque les va bien. Así, a los hechos enfrentan la alternativa de lo deshecho. No prometen futuro, por el contrario, prometen pasado. Un pasado que les fue mejor.

De los hechos alternativos han pasado a desechar el presente considerando los derechos como un desecho, adornándolos con frases hechas que impiden pensar. Así, lo racional es optimizar el beneficio particular, todo lo demás es ingenuidad. “El dinero está mejor en su bolsillo”. Y sin embargo, argumentalmente es como el “miedo cerval” o el “hambre canina”. Las frases hechas son entimemas que ocultan realidades importantes. Por ejemplo, que los ciervos pasan hambre o los canes también temen.