En toda Europa la negociación salarial se está quedando muy por debajo de la evolución de los precios. En ninguna de las economías europeas los salarios recuperaran o igualaran el poder de compra perdido por la inflación. Y en este contexto, España podría ser uno de los países con menor subida salarial, el cuarto por la cola.

Si tenemos en cuenta la inflación prevista por los PGE (Presupuestos Generales del Estado) entorno al 8’5%, y la evolución de los salarios vía convenio, con incrementos del 2’6%, nos colocamos en uno de los peores datos de incremento salarial de la zona euro.

Por eso, no es de extrañar que la OCDE reivindique la subida del salario mínimo interprofesional (SM) como una fórmula para proteger el perdido poder adquisitivo de los trabajadores, que está siendo machacado por la inflación, instando a los gobiernos a proteger por esa vía a los más débiles. Según este organismo, “España puede ser uno de los países más castigados en materia de poder adquisitivo”. Además, plantea que hay un cierto consenso entre legisladores y académicos en que, en la mayoría de los países de la OCDE, los incrementos tienen efectos positivos en las rentas bajas y nulas en la reducción de empleo. Valoraciones que deberían hacer reflexionar a la CEOE y a algunas otras instituciones, ancladas en el discurso de que los incrementos del SMI perjudican al empleo y lastran los beneficios empresariales.

Coincidiendo con esta presentación la Fundación ISEAK ha hecho público el informe que el Ministerio de Trabajo le encargó el año 2021 para conocer el impacto de la subida del SMI del año 2019 (un 22%) sobre el empleo. De este informe se deduce que, a corto plazo la subida no aumentó el riesgo de pérdida de empleo o de reducción de jornada. Entre los meses 6 y 12, sí hay un ligero riesgo que no supera el entorno de los dos puntos, y no llega a uno en el caso de la reducción de jornada. Efecto que la propia Fundación considera muy escaso dada la inestabilidad de los empleos en los sectores más relacionados con el SMI. En cuanto a si este incremento frena la creación de nuevos puestos de trabajo, que no contempla este estudio, el Banco de España afirmó que tuvo un impacto negativo de entre 6 y 11 puntos sobre los niveles de afiliación de 2019 unos 100.000 empleos y la AIREF unos 40.000. Datos que contrastan con los positivos registros de la reducción de empleo y afiliación a la seguridad social que viene dándose en nuestro país en estos últimos años.

En cualquiera de los casos, las mencionadas instituciones reconocen que la subida ha supuesto una mejoría significativa de los salarios de muchas familias, que se encuentran en la parte más baja de la estructura salarial en nuestro país.

En España hay casi 1.200.000 trabajadores que cobran entre 875 y 1166 € al mes por trabajar jornada completa. Por solo un centenar de euros más hay 1.400.000, mientras que 151.000 cobran menos de los 857 €/mes. Es decir, casi 2.800.000 trabajadores pasan la crisis y la inflación con ingresos en el entorno del SMI actual. De ahí que apechugar con los aumentos de la energía, alimentos y vivienda, sea un tsunami difícil de afrontar.

Desde la subida de 735 € a 900 €/mes en el año 2019, cada año el SMI se ha ido incrementando hasta llegar a un posible aumento para el 2023, que de ser el planteado por los sindicatos, supondría que en cinco años se ha pasado de 735 €/mes a 1085, es decir se incrementa en 350 euros, el 41’7%. En los últimos diez años diez años el incremento ha sido de casi un 59% y en los siete de gobierno de Rajoy pasó de 641 euros de 2012 a los 735 para 2019, el 14’66%.

El objetivo de alcanzar el 60% del salario medio neto el año que viene, que el gobierno de coalición se comprometió a cumplir para finales de la legislatura, haciendo suyas las recomendaciones de la Carta Social Europea, supondría una subida de 79 euros/mes, tomando como referencia el salario medio publicado por el INE, con datos actualizados de junio (25.165 €/año), muy cerca de los 84 euros que piden los sindicatos y dentro de las previsiones de inflación previstas por el Gobierno.

Si bien es cierto que la evolución del SMI tuvo escasa influencia en los incrementos salariales de otros años, muy marcados por los acuerdos estatales de negociación colectiva, hoy en día son muchos más los trabajadores afectados de forma directa o indirecta, y además el efecto de sus incrementos puede influir en el proceso negociador, que la patronal obstruye sistemáticamente en estos últimos años.