El informe: “Voces contra la precariedad: mujeres y pobreza laboral en Europa” realizado por OXFAM Internacional muestra un análisis de datos de fuentes secundarias internacionales, como Eurostat, OIT y bases de datos de organismos estadísticos nacionales sobre la desigualdad, la pobreza y la precariedad de las mujeres en el ámbito laboral, al objeto de esclarecer y visibilizar un problema pernicioso para el empoderamiento de las mujeres y el bienestar social. En concreto, revela unas cifras preocupantes que evidencian un freno para el avance de los derechos laborales y sociales de hombres y mujeres.

El más destacado es la desigualdad salarial, avalando con datos de años precedentes que, en España, al igual que en Europa, las mujeres tienen el doble de probabilidades de acceder a un trabajo de baja remuneración en relación con su puesto de trabajo. Ello las sitúa en una posición de escaso privilegio en el acceso a los recursos y refuerza el fenómeno de la pobreza laboral o pobreza ligada al trabajo que caracteriza a las sociedades postcrisis del siglo XXI. Por otro lado, destaca la incidencia de la doble discriminación de las mujeres trabajadoras con bajos salarios vinculada a la circunstancia de la edad, el origen, la raza, la etnia y capacidades.

Un dato impactante, a pesar de que hace referencia a un fenómeno conocido y de que la brecha salarial de género en los últimos años parecía haber experimentado un decremento, las mujeres europeas perciben aún un 16% menos de retribución que los hombres; o lo que es igual, tendrían que trabajar 59 días más para cobrar un salario igual.

El informe atribuye esta fractura a dos factores; el primero es más visible y más evitable. Se refiere al desequilibrio entre los complementos y calibrado de los salarios por factores de productividad y plusvalías. Los trabajos atribuidos socialmente a los hombres se constituyen en función de complementos salariales más ventajosos que los trabajos tradicionalmente desempeñados por mujeres.  Ejemplo de ello son las diferencias de salarios de personal de mantenimiento y de limpieza.

El segundo factor es más complejo y se nutre de las desigualdades de género resultantes del sistema patriarcal. El acceso a los puestos de responsabilidad, mejor valorados y retribuidos, que se produce en el mercado de trabajo español a través de las normas latentes de la perpetuada meritocracia: “aquellos que tienen más conocimientos y destrezas acceden por principios de equidad a los mejores puestos”.

Pero el análisis no debería quedarse en cotas superficiales. Son aquellos mejor formados, los que han podido dedicar tiempo a la formación y la promoción, a las relaciones sociales en el entorno laboral, que tan importantes son para acceder a las claves del éxito social y laboral, a quienes se les permite ocupar determinados espacios sociales, de decisiones, ampliamente masculinizados, y a quienes se les ofrecen modelos de referencia suficientes para desestimar o deconstruir el “techo de cristal” y la “crítica social”.

Aun así, algunas mujeres acceden a puestos de responsabilidad y espacios de liderazgo generando modelos y expectativas para la sociedad positivas para la construcción de referentes y para naturalizar el avance de la igualdad. Otra cuestión es analizar el coste personal y social de las mujeres líderes y si sus patrones de conducta se apoyan en moldes masculinizados.

En definitiva, el interés de este informe es el de mostrar una situación de discriminación preocupante, alejada de la presupuesta igualdad objetiva conseguida por los proclamados avances en las políticas sociales y las vitoreadas medidas de ajuste y compensación. Los datos nos desvelan que, en realidad, en los últimos años hemos navegado en sentido contrario.

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