Son muchas las ocasiones en que la realidad supera a la ficción. Esta historia es un ejemplo suficientemente elocuente que lo demuestra a lo grande.

Argo se basa en el libro ‘El maestro del disfraz’ (2000), de Tony Méndez; y en el artículo ‘The Great Escape’, de Joshuah Barman, publicado en la revista Wired. Méndez, que trabajó para la CIA hasta 1990, editó su libro después de que el presidente Bill Clinton desclasificara en 1997 la operación que, bajo el mando de Méndez, emprendió el servicio secreto de EEUU en 1980 para rescatar a seis norteamericanos que trabajaban en la Embajada de Teherán, asaltada el 4 de noviembre de 1979. La película nos relata esos hechos mientras la revolución iraní alcanzaba su punto álgido, algunos militantes irrumpieron en la Embajada y tomaron cincuenta y dos prisioneros estadounidenses. Sin embargo, en mitad del caos, seis de ellos lograron escapar y encontrar refugio en casa del embajador canadiense. Sabiendo que es solo cuestión de tiempo que les encuentre y, muy probablemente, les maten, un especialista de la CIA en operaciones especiales llamado Tony Méndez (Ben Affleck) urde un arriesgado plan para sacarlos del país. Un plan increíble, incluso delirante que consistía en que fingieran ser un equipo de rodaje canadiense en busca de localizaciones para una película de ciencia ficción.

Este es el tercer largometraje de Ben Affleck, sin duda, el mejor. Le confirma como un buen director, riguroso y especialmente detallista. Como afirma su creador, no buscaron hacer un documental sino una película de acción con toque dramático y secuencias de humor. En lo técnico es fantástica, tiene una buena fotografía, una eficaz dirección y una espléndida dirección artística acompañada de una buena banda sonora.