‘La vida de Pi’ es la historia de un muchacho hindú llamado Pi Patel, que vive la aventura de su vida en plena adolescencia. Pi Patel vive con su familia en la parte de la India que fue colonia francesa, que tiene cierta importancia en la historia, porque Patel es un ser espiritual que camina de una religión a otra buscando un dios con el que conversar y en el que creer. Transita entre la influencia hinduista de su madre y los monoteísmos cristiano y musulmán, pero siempre acompañado por la crítica racionalista de su padre, que es un agnóstico pragmático que cree fundamentalmente en lo que la ciencia pueda explicar. Su padre, que es pequeño empresario, tiene un zoológico en el que Pi crece familiarizándose con los animales y aprendiendo a amar la naturaleza de una forma espiritual y sensorial. Llega un momento en el que el zoológico no da para vivir a la familia y los padres de Pi deciden emigrar a Canadá con su zoo embarcado en un gran carguero. Una terrible tormenta hunde el barco y Pi sobrevive a la tragedia con un compañero de viaje muy especial: Richard Parker, un tigre de bengala que era el rey del zoológico.

A partir del momento de la tormenta la película se dispara y los espectadores entran en una historia, de puro “realismo mágico”, narrada con maestría por Ang Lee. La película es una fiel interpretación del libro del mismo título escrito por el autor canadiense Yan Martel y tiene la virtud de exponer una situación increíble y recrearla como posible ante nuestros ojos.

Pi se ve abocado a una lucha por la propia supervivencia que le sitúa en el límite de todos sus principios morales o éticos. El muchacho tendrá que luchar, a lo largo de casi un año de vida a la deriva en el mar acompañado de un tigre de bengala, frenéticamente consigo mismo y con los elementos para no morir en el intento.

La ejecución de Ang Lee, que ha dirigido excelentes películas como “Sentido y sensibilidad”, “Comer, beber, amar”, “Brokeback Mountain” y “Tigre y dragón” -entre otras- es soberbia. La historia está muy bien contada, con una fotografía espectacular y unos efectos especiales en 3-D que en lugar de salirse de la pantalla meten dentro al espectador, que se ve flotando en el inmenso océano dentro de un pequeño bote salvavidas, expuesto a todas las inclemencias que la naturaleza desatada puede ofrecer.

Recomiendo esta película porque es una historia de supervivencia muy bella, que habla de nuestros límites humanos y en lo que podemos llegar a convertirnos si es necesario para asegurar la propia supervivencia. Además, se puede compartir con toda la familia.