‘Claraboya’ es una novela de personajes, de vidas marcadas por tempestades difíciles de amainar, de búsquedas del sentido de la existencia, de sueños rotos y de ilusiones quebradas por el discurrir inquebrantable del día a día. Es, precisamente, en la cotidianidad, en las vicisitudes de personas sencillas, en sus anhelos y frustraciones donde discurren las más de cuatrocientas páginas de esta narración, una narración cercana a todos por semejarse a nuestras propias vidas de la mano de las historias de personajes que resultan tan familiares como ajenos.

El gran teatro del mundo queda magistralmente recogido a través de los diversos actores que conviven en su entramado argumental. La inocencia, la maldad, la infelicidad, la dignidad, la prepotencia, la angustia ahogada del que busca sin encontrar, aun considerando que “… la vida es un pulpo con muchos tentáculos”,que pueden ser amputados en cualquier momento, nos sumergen en un escenario de sensaciones encontradas que hacen meditar sobre la factibilidad del sentido oculto de la vida. Y con ello se quiebra nuestra dimensión más trascendente y genera zozobra. Pero, la luz, la fuerza del vivir arriban de nuevo y nos permiten finalizar la novela con la paz de quienes por tener el privilegio de conocer, de sentir, no dudan del poder de la palabra y de su capacidad para elevarnos desde la más radiante de las beldades hacia la más trémula de las perfidias.

Y, también, nos demuestra que para los sabios, para los dominadores del lenguaje, para los acróbatas del pensamiento, en definitiva, para quienes tienen el talento de dejarnos en su ida el legado de su profundidad de miras, la muerte no existe. Saramago siempre nos acompañará.