El dicho popular afirma que los borrachos en sus palabras cuentan la verdad. Al menos su verdad. El precio es que las palabras salen borrosas y tentativas. En otros labios las palabras salen altas y claras, pero con un contenido claramente confuso y borracho. Ciertamente menos sabido es que las palabras emborrachan. Y cuando la borrachera es de palabras la mente se enreda y confunde, de forma que un insulto o un despropósito lleva a su hermano mayor; como todos saben las palabras están imantadas y se atraen entre sí formando nubes de confusión etílica. Es muy difícil mantener las riendas sobre las propias palabras y al final los discursos te llevan en volandas al motín, lo mismo que acunan las pasiones más civiles (paso de decir nobles). Para ejemplos basta con leer a varios columnistas, algunos con excelente pluma y otros de colorido plumaje verbal. En ese mundo literario, en España hay golpes de estado, ataques a la constitución, traiciones a la transición y un largo etcétera de despropósitos que considero son producto de que una mala palabra obliga a la siguiente y termina guiando el pensamiento. Un pensamiento que no surge del raciocinio y sí de un mal biliar que cursa con síntoma de mala baba. Solo así se comprende a ciertos líderes políticos y otros escritores de panfletos incendiarios que pueblan lo digital.

La transición asimétrica a la democracia

Y el problema es el mismo de siempre. La derecha no “transaccionó” a la democracia, solo se travistió. Cuando Franco murió, el poder conservador permeaba todas las instituciones y el aparato del estado, los monopolios económicos. Era una total privatización de lo público. Todo. Los partidos de izquierdas se trasformaron a la realidad emergente. El partido comunista adoptó el eurocomunismo y finalmente cambio de nombre. En el PSOE, confluyeron todas las corrientes y en amor a la democracia se renunció al marxismo y se nombró a un comisario político de la banca (Boyer) como guardián de lo financiero. Ni despido de funcionarios enchufados del régimen, ni cursos de reeducación democrática a los cuerpos de seguridad, nada de nada. Todo se dejó a su manera. Y claro. En la derecha no distinguieron entre el antes y el después. Siempre ocuparon el poder y nadie les perturbó. Y lo entienden como su lugar natural. La democracia o la constitución son solo palabras para ellos. En el tuétano ideológico llevan la dictadura. Lo público continúa siendo su parque privado. Así lo viven y lo explica todo.

Es tremendamente histórico lo que está sucediendo. Por primera vez. Sí, enfadaré a algunos diciendo esto. Por primera vez al poder conservador, a todas las inercias mentales del franquismo, se le ha dicho no. Un no alto y claro. Los ERTES son decir no, la subida del salario mínimo es decir no, las actuaciones sobre las empresas energéticas son decir no y basta, los impuestos a la banca otro no rotundo. Ayuso en la misma frase llama tiranos ocupadores de instituciones al gobierno y afirma que les va a echar de todas las instituciones. Si su intención es echarles de todas las instituciones, eso cómo se llama ¿democracia? ¿privatización?

Desencriptando al PP

El gobierno sacó a Franco de la cripta. Es solo el botón de la muestra. Las políticas democráticas de Pedro Sánchez son las que han desencriptado a la derecha conservadora en España. Dice Feijoo, “Llegaremos hasta donde haga falta para cumplir con nuestro deber de defender a España”. El poder conservador desencriptado revela todas sus impudicias en su dicho y en su hecho. Es la etapa del “destape” del poder más desnudo.

Y tanta tormenta se puede resumir en un simple giro de guion. En España, al menos por ahora, se ha pasado de “el que tiene y paga manda” (incluso a gobiernos) a “el que tiene y paga demanda” (ante los jueces las políticas del gobierno). Una posición incómoda esa de mandar menos y demandar más a troche y moche. Entre otras, por verse obligados a forzar un levantamiento de toga conservadora mostrando sus vergüenzas. Todas las hipérboles que se escriben son producto de una mala noche de borrachera en los antros (RAE, primera acepción) conservadores. De una noche cañón.

Cañones ideológicos o mantequilla

Pues sí. Al final el debate que se resolverá en las elecciones será entre “cañones o mantequilla” (Samuelson). Dos marcos mentales que hoy se enfrentan en España peleando línea a línea en las agendas de los medios. En las derechas quiere establecer el marco populista de los cañones. Son cañonazos ideológicos con mucha pólvora emocional. Hablan de ataques a la patria, la unidad, la constitución, la legalidad, el asalto institucional… Las expresiones sobre ETA o amigos de, socios de separatistas, todo ello está enfocado a plantear que desde la izquierda son los agresores. No hay el más mínimo hecho y todo son palabras e ideología. Están por el cañón verbal que destruye, sin propuesta alguna. Todo consiste en pasar triunfantes sobre las ruinas de la política y la democracia. En un intento de abrir brechas en el bunker electoral de Vox, el PP da cañonazos cada vez más sonoros; se ha convertido en el dinamitero parlamentario.

En la izquierda están por la política de “mantequilla”. Gestión, prevención y solución. El porcentaje de españoles que en las encuestas del CIS afirman que les va “bien o muy bien” hablan de la política de “mantequilla”. Los que opinan que a España no le va tan bien responden desde la política de los “cañones” ideológicos. Y esta es la que aprenderemos en las siguientes elecciones generales: ¿los españoles optaran por la mantequilla (gestión y calidad de vida) que propone el gobierno o por los cañones (ruido y furia ideológica) que se plantea desde la derecha extrema? Realmente será la confrontación entre la experiencia de la vida cotidiana y la ficción palabrera del populismo conservador. Al final ¿qué creen que será, será? ¿realidad o ficción?