Resulta sorprendente una campaña electoral donde la derecha y la ultraderecha no hablan de educación, sanidad, cultura, transporte, industria, medio ambiente o vivienda, entre otras cosas. Qué difícil es conocer el programa que tienen.

Feijóo se niega a debates, y con solo un cara a cara, ya tiene bastante. ¿Por qué? Porque prefiere ir con sus monólogos de verdades a medias y mentiras completas, y repetir las consignas de frases simplonas pero que, como la lluvia fina, calan. La racionalidad, el debate público, la confrontación reflexiva de ideas, los matices no están de moda.

Incluso cuando nos fijamos en sus mantras, mienten: “la lista más votada” y no lo han hecho ni en Extremadura (el hazmerreír de toda España) ni en ningún municipio de mi Comunidad Valenciana; “La obviedad de la violencia de género”, pero permite que se elimine de todos los pactos con Vox; asegura haber pactado más con el PSOE que con Vox, cuando la realidad es que ha conseguido gobernar en una gran mayoría de ayuntamientos, no por ser la lista más votada, sino por sus acuerdos con Vox.

Mientras tanto, a Feijóo le cuesta hablar de quiénes serán sus ministros y ministras, de qué medidas tomará, además de “derogar el sanchismo” (¿?) y bajar los impuestos a los súper ricos (¿por qué aplaude esto el votante trabajador del PP?), y de qué acciones en positivo, constructivas, llevará a cabo.

Si el PP mantiene un cauto silencio sobre qué harán y cómo gobernarán, vean ustedes a Vox.

¿De qué hablan? ¿Cuál es su programa económico? ¿Educativo? ¿Cultural? ¿Sanitario? … no tienen programa, no lo saben, son ignorantes, o quizás es que da miedo que abran la boca.

Si critican la economía, hay que recordar que la economía española es la que más crece de la zona euro; si hablan de inmigración, hay que recordar que la inmigración ilegal ha descendido más que nunca; si hablan de separatismo e independentismo (lo que más les gusta), hay que recordar que Cataluña ha dejado de ser un conflicto político-social, y que ETA desapareció hace años. ¿O es que PP y Vox hubieran preferido entrar a caballo, con el fusil a cuestas, a dominar a los catalanes?

Así, ocultando el programa y sus acciones, es como están llegando a los ayuntamientos y a las autonomías. Y, con las primeras medidas de gobierno, se ve qué intenciones tienen.

Primera medida: allí donde gobiernan se han subido los salarios.

Segunda medida: allí donde gobiernan, han eliminado la violencia de género como problema social.

Tercera medida: la censura a la cultura. Todo comenzó con la censura de las banderas LGTBI. Ahí se inició la “cruzada de la moralidad”:

  • La Comunidad de Madrid (no es Vox, pero tanto monta monta tanto, porque a doña Isabel no le ganan los ultras) cancela una obra teatral sobre Santa Teresa por “dañina y esperpéntica”.
  • Una compañía denuncia el veto a su obra “Orlando” por parte de Vox en Valdemorillo.
  • Vox retira una obra de Lope de Vega por sus “inspiraciones sexuales”. Si Lope levantara la cabeza: no solo hemos perdido el humor, la razón y la cordura, sino también vamos a perder la cultura.
  • El PP censura en Mallorca una obra de teatro que aborda los trastornos alimentarios.
  • El autor de una obra sobre memoria histórica denuncia censura por parte del Ayuntamiento de Briviesca.
  • Se suspende la representación de una obra de Virgina Wolf por “razones ideológicas”, ya que aborda la homosexualidad.

Da igual que hablemos de clásicos de la literatura, de pensadoras consagradas, de temas preocupantes como la violencia o los trastornos alimentarios, nada está fuera del dedo censor de Vox y el PP. No piensen que solo es cosa de Vox, porque el PP también hace de las suyas y las ha hecho.

De todos los casos, me llama además la atención la censura en el municipio de Bezana (Cantabria) de la película de dibujos Buzz Lightyear. Esa película infantil fue censurada en una docena de países de Oriente Medio y Asia, donde la homosexualidad es todavía un delito. Nunca hubiera imaginado que esa censura podría llegar a nuestro país. ¡Y aquí está! De manos de Vox y del PP. Y todo porque en una escena se besan dos mujeres.

Apenas han necesitado 30 días desde que pasaron las elecciones del 28 de mayo para poner nuestro país patas arriba, llenándolo de censores, incultos, soberbios ególatras, que con una vara de mando son capaces de destrozar la democracia y la convivencia social.