Han pasado más de dos meses desde la celebración de las elecciones generales del 23J, y todavía hay fuerzas políticas que no asumen la realidad de la representación que los españoles les dieron en el Congreso a través de sus votos, en las urnas, que es donde cuentan.
España, en unos tiempos de incertidumbres, guerra y emergencia climática, necesita acuerdos de estado, partidos políticos que estén a la altura, y, sobre todo, abandonar los “casi”.
Casi pude gobernar, pero no gobierno. Casi consigo la investidura por cuatro votos, pero fue rechazada. Casi, llegamos a un acuerdo, pero no quieren. Casis, casis, y casis, que a lo único que avocan es a incrementar una polarización y una crispación que rechazan mayoritariamente unos españoles que no quieren que se rompa la convivencia en sus entornos familiares, laborales y de amistad, como ocurrió en Cataluña hace unos años.
España ha cambiado mucho en poco tiempo. Y tres elementos que deberían tener en cuenta todos los partidos políticos a la hora de intentar contar con el apoyo de los ciudadanos en las urnas es, por una parte, ser conscientes que la fidelidad de voto hacia los partidos es cada vez menor. Por otra, que la decisión de a qué partido votar se toma cada vez más tarde. Y, por último, que el porcentaje de votantes que cambian de opinión sobre a que partido votar durante la campaña electoral se está incrementando.
En cuanto a la fidelidad de voto en España, bien harían los partidos políticos y también los medios de comunicación en replantearse sus relaciones con los ciudadanos bajo una óptica distinta a las que utilizaban hasta hace poco tiempo etiquetando a la mayoría de los electores como votantes de uno u otro partido.
Esa fórmula ha perdido mucha de su validez, porque actualmente la mayoría de los electores votan a un partido u otro según lo que más le convenza en ese momento. Y solo una minoría vota siempre al mismo partido. Concretamente, en la encuesta preelectoral realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) un 67,4 por ciento manifestaba que según lo que más le convenza en ese momento votan por un partido u otro o no votan. Y solo un 29 por ciento vota siempre al mismo partido.
Este hecho, es un salto exponencial en nuestro sistema democrático y de partidos que puede, junto con otras variables, explicar muchos de los acontecimientos políticos de los últimos años. Entre ellos, como algunas fuerzas políticas irrumpieron con fuerza en el panorama político español, y en muy poco tiempo han desaparecido o están a punto de hacerlo, una vez que han defraudado muchas de las expectativas que generaron con su creación y con sus propuestas. Especialmente, entre los votantes más jóvenes.
Esta escasa fidelidad electoral viene acompañada de otro elemento significativo. Me refiero a que hay un porcentanje cada vez mayor de votantes que deciden a que partido votar cada vez más tarde y especialmente la jornada de reflexión o el mismo día de las elecciones.
En las elecciones municipales del 28 de mayo, el 26,8 por ciento de los votantes decidió a qué partido votar la última semana de la campaña. En las elecciones autonómicas el porcentaje fue del 25,1 por ciento. Y en las elecciones generales el 26 por ciemto. Estos datos, en una realidad política tan fragmentada como la actual, hacen que pequeñas variaciones porcentuales de incremento o de perdida de voto puedan cambiar la gobernabilidad.
Si se observan los datos de las personas que dicen que deciden el partido al que votan en la jornada de reflexión y el mismo día de las elecciones, se puede afirmar que la campaña electoral y los medios de comunicación se convierten en elementos determinantes de la decisión de voto.
En las elecciones municipales un 12,7 por ciento lo decidió en esos dos días. En las elecciones autonómicas, un 11,4 por ciento. Y en las elecciones generales, un 10,1 por ciento.
Junto a estos cambios en cuanto a la fidelidad de voto y al momento en que se decide a qué partido votar, hay que destacar otro elemento que ha empezado a cobrar importancia. Me refiero al cambio de opinión sobre a qué partido votar desde el inicio de la campaña electoral hasta el día de la votación.
En las elecciones municipales un 14,1 por ciento de los votantes cambio de opinión sobre a quién votar a lo largo de la campaña. Un 5,1 por ciento varias veces, y un 11,4 por ciento en una ocasión. En las elecciones autonómicas, un 13 por ciento cambió de opinión al menos una vez. Un 5 por ciento varias veces, y un 8 por ciento, una vez. Y por últimos, en las elecciones generales, un 18,6 por ciento cambió al menos una vez de opinión. Un 7,2 por ciento varias veces, y un 11,4 por ciento una vez.
En definitiva, estos tres elementos, fidelidad de voto, momento de decisión de a qué partido votar y cambio de opinión sobre a quién votar durante la campaña, son determinantes en todo diseño de campaña de cualquier partido que pretenda no ya ganar unas elecciones, sino gobernar. Además, también es importante, como se dice coloquialmente, “hacer amigos”, porque si no puedes ganar unas elecciones, pero al no poder pactar con nadie o solo con la extrema derecha te quedas sin gobernar.