La Unión Europea está sorteando bastante bien los graves problemas a los que los europeos nos estamos enfrentando; lo peor es que los problemas no terminan, se aceleran y se acumulan. Vivimos una de las épocas más convulsas y difíciles, mucho más compleja que la crisis vivida en 2008, ante la que la Unión Europea no reaccionó de la forma más solidaria y justa para su ciudadanía, sino todo lo contrario: prefirió la economía a las personas.

Esta no es la reacción de la UE ante la situación de ahora. Sin embargo, los problemas en Europa se acumulan y no dejan de dar sobresaltos.

El primero de los problemas surrealistas fue el Brexit: aquella manipulación informativa en torno a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El estrambótico Boris Jonhson, un personaje hilarante que ha convertido la política británica en un chiste permanente fue fruto de aquella decisión, que rompió la UE buscando los propios intereses británicos.

Llegó la pandemia y hemos de ser conscientes de que ahora estamos sufriendo las consecuencias. Parece que hemos olvidado que estuvimos encerrados y paralizados en nuestras casas, procurando salvar las vidas frente a la economía. El mundo se paralizó: sin aviones, sin viajes, sin trabajos, …. Eso supuso que, por primera vez, la UE tuviera que poner en marcha créditos y ayudas extraordinarias que hoy suponen una gran parte de la inflación que sufrimos.

La otra parte de la subida de precios a nivel mundial es, sin duda, la invasión de Ucrania. Una compleja situación que, además del elevado coste de vidas humanas que son irremplazables y del dolor y sufrimientos que la guerra está causando, sus heridas se dejan ver cada día en la subida de precios, la falta de suministro de gas, y el otoño difícil que se avecina.

Como dice bien Eduardo Madina, la inflación, aparte de su explicación económica, significa un gran sacrificio para la ciudadanía puesto que la subida de precios supone una devaluación de salarios, de condiciones de vida, del bienestar general. El dinero será más caro y eso nos obligará a apretarnos el cinturón. Pero la inflación está desbocada a nivel mundial y sería irresponsable no intentar frenar ese desequilibrio cuando el mundo ya vivió una grave inflación a principios del siglo XX.

La política energética está en el ojo del problema. Y hay que actuar de dos formas: rápidamente dando soluciones y a medio plazo (que no largo) para modificar la dependencia energética (algo en lo que la Unión Europea lleva un tiempo trabajando).

Y si no hubiera suficientes problemas: Europa se quema. El calentamiento global, la subida extrema de temperaturas, los fenómenos climáticos como inundaciones, lluvias torrenciales y, ahora, los incendios. Cuesta mucho no echarse a llorar cuando vemos cómo las llamas se extienden por Portugal, Francia y Grecia. Por supuesto en España, donde no respiramos ni a causa de las olas de calor ni de los innumerables incendios (los intencionados son claramente crímenes).

La mayor complejidad es que los problemas y las crisis que suponen son tan rápidas y acumulativas que apenas da tiempo a proyectar y planificar. Hay que actuar. Vivimos, como dice el filósofo Hartmut Rosa, en una “aceleración social” sin precedentes. Ese es nuestro nuevo tiempo.

Y, para problemas, Italia. Todo se ha precipitado debido a la ultraderecha de Salvini y al movimiento populista Cinco Estrellas.

Mario Dragui ha caído, Italia se ha quedado sin gobierno, y se adelantan elecciones. Italia entra en crisis y Europa también.

Recomiendo el artículo de hoy de Enric Juliana en la Vanguardia que analiza con detalle la caída y consecuencias de lo que está pasando en Italia.

https://www.lavanguardia.com/internacional/20220721/8422127/italia-elecciones-anticipadas-perder-draghi-socios.html

Hay varios elementos a considerar que pueden modificar el tablero internacional:

  1. Italia vuelve a entrar en otra de sus múltiples crisis políticas en un momento donde hay que estar sólidos y fuertes, tener experiencia y conocimiento de la gestión política y económica, y reorganizar la crisis que viene en otoño.
  2. La caída de Dragui influirá claramente en la UE, cuando medidas que él ha puesto en marcha en Italia se han convertido en medidas ejemplares y recomendadas para tomar en el conjunto europeo. Además, Italia es un país esencial dentro del contexto de Europa.
  3. En el contexto de crisis energética y de inflación, se necesita hoy más que nunca la unión de la Unión Europea. ¿Será posible mantener esa cohesión caído Mario Dragui?
  4. Como dice Enric Juliana, seguramente anoche Putin lo celebraría con champán, porque los triunfadores son aquellos que han apoyado al Kremlin, como el propio Salvini. ¿Supondrá eso la ruptura europea en torno a la invasión de Ucrania? ¿Es una victoria estratégica de Putin?
  5. No olvidemos que Italia es uno de los países energéticamente más dependientes de Rusia, junto con Alemania. Hasta el momento, la posición de Dragui era inflexible respecto a su pacto atlántico, su cohesión europea y su posición frente a Putin.

Y, por último, con más temor y preocupación que nunca: ¿tiene la derecha italiana la posibilidad de gobernar volviendo de nuevo Salvini y Berlusconi a tener el control del gobierno italiano? Parece que sí. Da la impresión (si el sentido común y la racionalidad de los italianos no se impone frente a una emotividad caótica) que la derecha peculiar, peligrosa y antidemocrática de Italia tiene las posibilidades de gobernar.

La responsabilidad del movimiento populista Cinco Estrellas es indudable. Se hace realidad el triángulo de las 3P que advierte Moises Naïm: populismo, polarización y posverdad.

Nuevos motivos para no poder dormir en Europa. Como dice Enric Juliana, “Y así es como Italia ha puesto en vilo a Europa ante el invierno más difícil de su historia desde 1945”.