El pasado 13 de junio murió una teleoperadora en su puesto de trabajo y permaneció casi cuatro horas en él, sin que nadie diera la orden de parar el trabajo, sin que los compañeros/as se atreviesen a ver qué pasaba. Ni la privacidad, ni el luto, ni el compañerismo, fueron muestras suficientes para que la empresa, Konectica, fuera sensible ante un hecho tan grave, como es un accidente laboral mortal.

Murió de un infarto, y los médicos del Samur certificaron su muerte casi dos horas antes de que desalojaran la empresa. No existió orden de desalojo por parte de los responsables, es más, pidieron que siguieran cogiendo llamadas con el cadáver presente porque estaban realizando “un trabajo esencial”, recoger las quejas de atención de los usuarios de Iberdrola.

Inmaculada se desvaneció en su mesa de la empresa, la intentaron reanimar, pero no se recuperó. Mientras estaba en el suelo cubierta por una manta, la actividad seguía y la empresa sólo desalojó, pasadas cuatro horas, por la presión de los delegados de prevención de riesgos y de salud laboral de CGT y UGT.

Konectica, es una multinacional de los call center con casi 120.000 trabajadores, que opera en todo el mundo, utiliza treinta idiomas distintos de conexión y, por la menos en España, sus relaciones laborales dejan mucho que desear. En 2013 despidió a una trabajadora que se ausentó del trabajo el día de su desahucio. En 2019, la denuncia de la existencia de cámaras en los baños se tapó coaccionando a la denunciante y durante el Covid los sindicatos denunciaron reiteradamente el incumplimiento de las medidas de prevención. Por no hablar de la cantidad de trabajo a tiempo parcial: descansos de 10 segundos entre llamada y llamada y una pausa de cinco minutos para cuidar la vista cada hora. Sobre las aventuras para poder ir al baño hay quien dice que se podrían escribir alguna novela de ese género.

La muerte de Inmaculada es un accidente laboral, pero las causas pueden tener que ver con el estrés, los ritmos de trabajo, la tensión que produce esta actividad… Aunque seguramente hay argumentos para calificar la actuación de la empresa como delictiva, y por ahí andan las denuncias sindicales y la petición de intervención de oficio de la fiscalía y la inspección de trabajo, impresiona la reacción de los compañeros/as que continuaron trabajando a petición de algunos responsables, antes del desalojo.

La deshumanización en las relaciones laborales de las empresas y el miedo a las represalias o el despido por algo tan humano como respetar la dignidad de una compañera fallecida, no es un hecho aislado. En la mayoría de ellas da igual lo que pase, hay que seguir trabajando. Esto es lo más importante. Ninguna situación importa, solo la productividad de la empresa. Esto es lo que se estila.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) añadió en marzo del año 2022 un nuevo derecho universal o principio fundamental en la declaración de principios, el quinto, por el cual se plantea la preservación de un ambiente de trabajo seguro y saludable en las empresas y centros de trabajo, de tal manera que el ambiente en el trabajo es una condición del ejercicio de la prestación laboral y asegurarlo es una obligación del empresario. Abarca no solo a los efectos directos de las condiciones de trabajo, sino también a otros condicionantes del entorno laboral, tales como la discriminación, la diversidad, la salud mental, la violencia, el acoso… entre otros.

Lo ocurrido el pasado día 13 ha destapado una realidad que se oculta en muchas empresa: el ambiente de miedo y temor al despido como forma de coacción para realizar trabajos en condiciones penosas no recogidas en los convenios, el abuso de jornadas, el autoritarismo… Por eso es preciso avanzar en la democratización de la vida laboral, en las relaciones con el empresario, cambiar las relaciones de poder por otras más participativas, eliminar los compartimentos estancos, aumentar el intercambio de las experiencias profesionales, reconocer las responsabilidades profesiones según las capacidades, evitar el nepotismo, el amiguismo o la adulación como fórmulas de promoción, escuchar a los trabajadores para mejorar el ambiente… Seguramente entre muchas de estas sugerencias se encuentran las bases para mejorar la tan ansiada productividad.