Hace ya muchos años John Maynard Keynes escribió un libro titulado The Economic Consequences of the Peace en el que con presciencia criticaba las duras condiciones que impusieron los vencedores a la derrotada Alemania imperial en Versalles, y que en parte contribuyeron a la subida de Hitler al poder. Después, en un ejercicio de autoparodia, el gran economista publicaría el artículo “The Economic Consequences of Mr. Churchill”, en el que atacó por contraproducente la política del entonces ministro británico de hacienda, empeñado en mantener una paridad fija de la libra esterlina con el oro, lo que tuvo graves efectos deflacionarios y recesivos.

Estos dos trabajos me han venido a la mente, y de ahí el título del mismo, pues ambos ponen de relieve cómo decisiones políticas equivocadas causan un daño profundo a la economía y al bienestar, el cual a su vez alimenta el extremismo y el populismo que suponen una grave amenaza para la democracia.

Que Puigdemont, como estandarte del nacionalismo catalán, hoy abiertamente entregado al secesionismo, ha violentado gravemente el orden constitucional, y por lo que parece se dispone a seguir en esta vía tras el fiasco del referendo ilegal del primero de octubre, en un ejercicio de irresponsabilidad política sin precedentes, no lo duda ni siquiera la parte minoritaria de la sociedad que lo respalda. Las graves consecuencias de esta deplorable actitud están todavía por confirmarse, pero si en efecto se comete el disparate de declarar unilateralmente la independencia de Cataluña, será inevitable intervenir mediante el artículo 155 de la Constitución para asegurar el cumplimiento forzoso de la legalidad y convocar nuevas elecciones al parlamento de esta Comunidad Autónoma.

Entre tanto, las repercusiones económicas del viaje a ninguna parte emprendido primero por Mas y ahora continuado por Puigdemont y Junqueras empiezan a ser aparentes. Para empezar, desde al menos 2012 los gobernantes nacionalistas de Cataluña no han orientado su política a aumentar el crecimiento económico, la tasa de empleo o el bienestar social, a pesar de que tanto Mas como Puigdemont representan teóricamente a la burguesía, la principal interesada en la prosperidad económica, la estabilidad y la predicibilidad.

Primero el uno y después el otro, con el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya y de una fuerza política marginal, antisistema, anti-atlántica y anti-europea, no han tenido otra prioridad que conseguir de cualquier manera la independencia, para lo cual han dedicado tiempo, energía y recursos públicos, y que se ha materializado en dos elecciones anticipadas (por ahora) que no consiguieron sus objetivos (en las primeras Mas redujo sustancialmente su mayoría, en las segundas, llamadas plebiscitarias, los independentistas sacaron el 48 por ciento frente el 52 por ciento del resto).

A esto hay que sumar dos simulacros de referendos de autodeterminación, en el que en ambas ocasiones solo votaron los que están a favor de la independencia, y que supone en los dos casos menos de la mitad del censo electoral, y varias “diadas” invariablemente históricas. Entretanto, una de las regiones más avanzadas de España, sede de importantes empresas, ha perdido un lustro para su desarrollo económico y social. La perspectiva de un sucedáneo de independencia refuerza esta tendencia negativa para Cataluña y el conjunto de España. Que sea Cataluña una de las comunidades autónomas más endeudadas y dependiente del Fondo de Liquidez Autonómica es en sí misma la prueba más reveladora del retroceso en el que se encuentra esta región como resultado de los gobiernos nacionalistas de Mas y Puigdemont.

Según informaba el Financial Times en su edición del miércoles 27 de septiembre de 2017[1], las decisiones de inversión en Cataluña se están posponiendo, mientras que la declaración unilateral de independencia, aun carente de efectos prácticos, daría lugar a una estampida por parte de muchas de las grandes compañías allí domiciliadas, como Procter and Gamble, DowDupont, Volkswagen, Nissan o Nestlé, entre muchas otras. El correlato de esta fuga de empresas sería la huida de capitales, hacia cuentas bancarias domiciliadas en sucursales fuera de Cataluña.

Por supuesto, la caída en la inversión por la incertidumbre política, de ser sustancial, acabaría afectando al Producto Interior Bruto (PIB). Estas expectativas negativas no se limitan a Cataluña, sino que podrían afectar a la economía del conjunto del país, según avisaba en sus previsiones de crecimiento del PIB el propio Banco de España[2].

El efecto del aventurerismo del señor Puigdemont se ha hecho notar también en el llamado riesgo país. La agencia de calificación Standard&Poor’s no ha mejorado la evaluación de la prima de riesgo de España alegando precisamente la situación en Cataluña, lo que tiene un coste que se estima en 2.000 millones de euros para el conjunto de la economía española[3], lo que tampoco beneficia en nada a la economía catalana. Concretamente, esto es lo que el Estado, las autonomías, y las empresas se podrían haber ahorrado en intereses a la hora de emitir títulos de deuda.

Por último, los índices bursátiles también se han resentido como resultado del atropello al Estado de Derecho orquestado por los líderes nacionalistas y perpetrado el 1 de octubre, tras cerrar septiembre como el peor selectivo europeo[4]. En particular, el dos de octubre de 2017 el IBEX 35 cayó un 1,6 por ciento, con especial incidencia en los valores de empresas catalanas, como Banco de Sabadell, CaixaBank, Gas Natural, Colonial, Abertis o Grifols.

Estos datos negativos son con todo incomparables al desastre económico que resultaría de una salida por la vía de hecho de España, de la Unión Europea, y del euro, lo que conduciría a una caída del PIB del 30 por ciento, según el Ministro de Economía y Hacienda, y con seguridad al establecimiento de controles de capital.

El pueblo catalán, y en particular el sector que hasta ahora ha seguido votando en las elecciones generales y absteniéndose en las autonómicas, tiene en su mano detener esta espiral perversa, favoreciendo el imprescindible cambio político en el gobierno de Cataluña.

[1] Véase « Catalonia business warns of investment risks ».

[2] Véase https://elpais.com/economia/2017/09/28/actualidad/1506589048_173339.html

[3] Véase http://www.elmundo.es/economia/2017/10/01/59cff50dca4741c16c8b460c.html

[4] Véase http://www.elmundo.es/economia/2017/10/02/59d1e905e2704ef9528b4642.html