Es un libro denso que nos recuerda constantemente la fugacidad de nuestra realidad, de que nos desenvolvemos en el filo de lo gobernable, pero también es una oda a lo más hermoso y extraordinario de la naturaleza humana, al afán de superación, al amor, a la vida, a los sueños, al olvido intencionado de lo que nunca debimos haber transitado. Y es, muy en particular, un mensaje directo al corazón que concita a no abandonar nuestras responsabilidades, a que retomemos el apercibimiento de lo verdaderamente importante, a que sintamos abiertamente y a que dejemos volar la sensibilidad, sin reparos, ni vergüenzas. En definitiva, a que recuperemos nuestra mejor esencia, la del compromiso, la del altruismo, la de la compresión y el apego cercano e ilimitado hacia quienes debemos el existir y jamás piden nada a cambio.

Les recomiendo su lectura, pues mientras lo hagan, al tiempo que disfrutarán, también les permitirá reflexionar y trasladarse como en una sinfonía, a través de pentagramas de sensaciones encontradas, plagados de corcheas de sueños y de semicorcheas de cielos espléndidos y luminosos.