El cáncer es una de las principales causas de muerte en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como «un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar a cualquier parte del organismo […]. Una característica definitoria del cáncer es la multiplicación rápida de células anormales que se extienden más allá de sus límites habituales y pueden invadir partes adyacentes del cuerpo o propagarse a otros órganos, un proceso que se denomina “metástasis”».
Según datos de la OMS el cáncer es, tras las enfermedades cardiovasculares, la segunda causa de muerte en el mundo, con casi 10 millones de fallecimientos en el año 2020. En la Unión Europea, ese mismo año, se diagnosticó cáncer a 2,7 millones de personas y 1,25 millones de muertes[1]; para 2040 podría haber 3,4 millones de personas diagnosticadas y se podrían producir alrededor de 1,6 millones de muertes por este motivo.
En España se determinan cada año unos 160.000 nuevos casos de cáncer y fallecen alrededor de 100.000 personas. Una parte de estas muertes está provocada por cáncer laboral, es decir, desarrollado en el trabajo. Nos encontramos ante uno de los principales retos de salud pública y, por tanto, de salud laboral.
La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) estima que en Europa el cáncer es ya la primera causa de muerte laboral y que cada año unas 120.000 personas lo desarrollan y casi 80.000 pierden la vida; entre un 5 y un 10% de los casos de cáncer en Europa son de origen laboral.
De ahí que las políticas europeas tengan como uno de sus objetivos la lucha contra esta enfermedad. El Marco estratégico de la UE en materia de seguridad y salud en el trabajo para el periodo 2021-2027 estima que el cáncer es responsable del 52% de las muertes relacionadas con el trabajo y que el coste directo anual asociado a su tratamiento asciende a cientos de millones de euros. Son necesarios planes y estrategias que ayuden a visibilizar y a reducir la exposición de los trabajadores y trabajadoras a agentes cancerígenos.
Solemos pensar en profesiones como la minería, la construcción, la industria, pero cualquier sector puede estar expuesto: limpieza, peluquería, sanidad, servicios sociales, incluso oficinas y despachos. Existe evidencia científica sobre el trabajo sedentario a largo plazo y el aumento del riesgo de cáncer de colon o de cáncer testicular.
España es uno de los países europeos con las tasas más bajas en diagnóstico de cáncer laboral, su notificación prácticamente no existe. En 2021 se notificaron tan sólo 49 casos de cáncer profesional, escasamente un 0,03% del total de cánceres declarados. Y de estos, 25 fueron por amianto.
Confirmamos, que las enfermedades profesionales en nuestro país siguen siendo un reto a resolver. Se calcula que el 30% del total de cánceres producidos tienen un origen laboral.
Y, ¿por qué esta infra notificación e infradeclaración de las neoplasias de origen profesional?
Una de las causas es la dificultad que produce la multicausalidad, ya que en su aparición influyen diferentes factores. Cada persona trabajadora tiene un estilo de vida (dieta, hábitos, consumo tabaco…), la interacción de factores genéticos con contaminantes medioambientales (como el radón), las sustancias químicas (amianto, sílice, arsénico…) así como agentes biológicos (virus, baciterias…) pueden producir la trasformación en células tumorales malignas y ser causantes de cánceres.
Un cancerígeno o carcinógeno es un agente químico, físico o biológico o, incluso alguna otra condición de trabajo, que tiene la capacidad de causar cáncer o aumentar su incidencia. Las sustancias peligrosas presentes en los lugares de trabajo afectan a miles de personas trabajadoras que están expuestas a ellas cada día. Según Eurostat, cada año se producen en Europa más de 30 millones de toneladas de sustancias cancerígenas, mutágenas y tóxicas para la reproducción. La Agencia Internacional para la Evaluación del Cáncer (IARC), perteneciente a la OMS, ha reconocido 173 carcinógenos; en España no se contemplan todos.
La falta de datos sobre niveles de exposición de los trabajadores y trabajadoras en diferentes ocupaciones o actividades, que junto al largo tiempo que suele transcurrir entre la exposición y la aparición del cáncer, entre 10 y 50 años, dificulta asociarlo a un factor de riesgo laboral determinado. En el mundo del trabajo normalmente las exposiciones son más altas, frecuentes y largas que en la exposición ambiental, ejemplo de ello son los cánceres producidos por amianto. Su producción y uso está prohibido en la UE, sin embargo, sigue suponiendo un problema de primer nivel para las personas trabajadoras de diferentes sectores (renovación de edificios, maquinaria, vehículos…etc.). La exposición al amianto se cobra unas 88.000 vidas al año en Europa y representa entre el 55 y el 85 % de los casos de cáncer de pulmón desarrollados en el trabajo, se calcula que las tasas de mortalidad asociadas a esta exposición seguirán aumentando hasta finales de las décadas de 2020 y 2030.
La falta de observación de las posibles formas de contaminación y las circunstancias en las que puede aparecer una neoplasia de origen laboral, es otra de las causas que posibilita su aparición. Los carcinógenos pueden integrarse al cuerpo a través de inhalación (vapores, nieblas, polvos), absorción de la piel (salpicaduras, ropa de trabajo sucia) o ingestión (comer con las manos sucias, fumar, etc.) o por vía parenteral, que es menos común.
Una mayor formación y especialización de los profesionales sanitarios en la detección de las enfermedades relacionadas con el trabajo facilitarían su declaración. La necesidad de una historia clínico-laboral es otro de los determinantes de la no comunicación. Normalmente los profesionales sanitarios y más en estos tiempos difíciles para los servicios públicos de salud por la escasez de recursos humanos y materiales en la que se encuentran, se preocupan por curar a sus pacientes, pero al no existir en la anamnesis protocolos que relacionen la patología con el ámbito laboral hacen que no se visualice, de ahí la importancia de la notificación de sospecha.
La mejora en el sistema de notificación y registro de enfermedades profesionales, así como la modificación de la normativa que las regula junto con la necesaria coordinación entre organismos encargados de prevenir y localizar estas patologías (servicios de prevención, mutuas, INSS, Institutos Regionales de seguridad y salud en el trabajo) se hecha de menos. En España, tan sólo una Comunidad Autónoma, Asturias, tiene un sistema específico de detección y comunicación del cáncer de origen laboral, EVASCAP (Equipo de Valoración de Sospecha de Cáncer Profesional).
El EVASCAP se puso en marcha en enero de 2011 para detectar casos de cáncer de trabajadores y trabajadoras en situación de baja laboral por enfermedad común, que se complementa desde 2016 con un registro de personas trabajadoras expuestas a agentes cancerígenos o mutágenos, cancer-T16.
Precisamos sistemas de vigilancia epidemiológica en todas las Comunidades Autónomas similares, con coordinación de diferentes administraciones sanitarias, laborales, y organismos encargados de velar por la salud de los trabajadores y trabajadoras, a similitud con EVASCAP, compuesto por: personal facultativo de atención primaria, unidad de Epidemiología Laboral y Ambiental de la Consejería de Sanidad, Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales (IAPRL), Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), y mutuas colaboradoras con la SS. El enfoque multidisciplinar es necesario para aflorar estas patologías.
Nuestro país ha tenido un notable progreso tanto en investigación básica como la clínica o la epidemiológica; sin embargo queda mucho por avanzar en el mundo del trabajo. Mayor investigación y la realización de estudios epidemiológicos que demuestren la relación causa-efecto, son necesarios.
El nuevo Marco Estratégico Europeo de Seguridad y Salud en el Trabajo 2021-2027, tiene como una de sus líneas de acción prioritarias la protección de las personas frente a la exposición laboral a sustancias cancerígenas. Para ello, está desarrollando propuestas legislativas y acciones de sensibilización que se llevarán a cabo en las empresas para alcanzar a toda la población trabajadora potencialmente expuesta con el objetivo de evitar el cáncer laboral.
Algunos aspectos prioritarios para le mejora de la salud laboral giran en torno a la reducción de valores límite de exposición a los químicos cancerígenos más comunes en los lugares de trabajo, la inclusión de nuevas sustancias y mezclas a las que se les asignará un valor límite vinculante, es una de las tareas que se están realizando. Paralelamente se precisa la actualización y aprobación de normas sobre sustancias peligrosas para luchar contra el cáncer junto con la realización de una lista prioritaria de sustancias tóxicas para la reproducción.
Muchos casos se pueden curar si se detectan a tiempo y se tratan eficazmente. No debemos olvidar que los cánceres profesionales en principio serían prevenibles, la prevención es fundamental para evitar su aparición. Detectar e identificar los cancerígenos laborales, garantizar la sustitución de sustancias peligrosas por productos no cancerígenos o menos dañinos, minimizar la duración y los niveles de exposición, son algunas medidas preventivas a aplicar en las empresas.
Desarrollar normas, reforzar y mejorar el control sobre las empresas que fabrican o utilizan cancerígenos, elaborar programas de eliminación de cancerígenos en los diferentes sectores, promover el conocimiento de alternativas al uso de cancerígenos y facilitar asistencia técnica para su eliminación, son aspectos fundamentales para su prevención.
Las campañas de sensibilización hacen visible el daño ocasionado por los cancerígenos. Es hora de actuar, el compromiso del Gobierno es ineludible, la información y la sensibilización son esenciales. En este sentido, el INSST acaba de lanzar una campaña dirigida a todas las partes interesadas sobre los riesgos derivados de la exposición a carcinógenos en el lugar de trabajo y para el intercambio de buenas prácticas “EVITEMOS HOY EL CÁNCER LABORAL DE MAÑANA”.
Es hora de abordar el cáncer laboral, necesitamos una nueva estrategia española de seguridad y salud en el trabajo que incorpore actuaciones dirigidas a prevenir su aparición, incluso un plan específico de identificación y eliminación de sustancias peligrosas, así como de la mejora de la rehabilitación y de retorno laboral de las personas trabajadoras que lo deseen, son desafíos para los próximos años.
La prevención es fundamental, prevenir la exposición laboral a los agentes cancerígenos o mutágenos en el trabajo es posible. Un alto porcentaje de los casos de cáncer es evitable. Se precisa un mayor compromiso político y empresarial en su prevención y control.
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[1] Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud Actualización aprobada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, el de enero de 2021