Sin alarmismos y sin urgencias, pero también sin negaciones. Publicaba el diario El Mundo el día 18 de noviembre que altos mandos militares españoles estudiaban una resistencia pasiva en el caso de que los delirios del PP y Vox se hiciesen “realidad”. Lo contaba una fuente bien informada: Fernando Lázaro. El día anterior, generales y oficiales retirados lanzaban un manifiesto en el que pedían un golpe de estado. Nada de gaitas gallegas pidiendo nuevas elecciones. Un golpe de Estado con todas sus letras.

Aparece entonces el amparo de la libertad de opinión. Los militares retirados pueden tener opinión, al igual que conservar uniforme y arma. Sin embargo, la libertad de opinión se convierte en otra cosa cuando aparece la conspiración para delinquir. Artículo 17 del Código Penal: “1. La conspiración existe cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo. 2. La proposición existe cuando el que ha resuelto cometer un delito invita a otra u otras personas a participar en él”. Este es “uno de los actos preparatorios punibles que, dentro del iter criminis, se produce desde la ideación del delito hasta el inicio de su ejecución, y que surgirá del concierto de dos o más personas para la ejecución del delito y la resolución del mismo”. Concertación para la comisión de un delito y proposición a las fuerzas armadas para participar en él. ¿Recuerdan la “charla de café” de la operación Galaxia con periodistas y militares de tertulianos?

Afirmaban en su manifiesto los jubilados golpistas que “Al nacer la idea, muchos medios nos indicaron que no era el momento. Por otra parte, hemos encontrado una laxitud extrema en nuestros compañeros”. Es decir, que la idea del golpe de estado se planteó y debatió, evaluando la pertinencia de cuándo hacerlo para que fuese eficaz en sus consecuencias. Se intentó convencer a militares en activo y, con seguridad, encontraron apoyo en algún medio de comunicación, tal y como afirma el manifiesto. Algún medio de información dado al mundanal ruido, y en él, alguien con capacidad ejecutiva para decidir estimó que aún no era el momento. Es decir, había que esperar al mejor momento para que el golpe se pusiese en marcha. La preparación del golpe no culminó por la incapacidad de los conspirados para movilizar a los militares demócratas, si bien allí estaba la intención, la concertación y el intento de influir en quienes estaban con mando en plaza.

¿Algún juez ha llamado a declarar a Fernando Lázaro para que cuente lo que sabe sobre la preparación para la comisión de un delito? En una democracia la libertad de expresión tiene un límite evidente en el código penal. “Pelar la pava” para preparar un golpe de estado no es “moco de pavo”. O no debería serlo.

¿Cuáles pueden ser estos medios de comunicación confabulados con los golpistas vocacionales, tan atentos a los tiempos? Pues vete y adivina entre tanto, y repito, “mundanal” ruido. Quizás “da capo” se entienda. ¿Laxitud es equivalente a resistencia pasiva? Y ¿cómo sabe Fernando Lázaro en qué están las fuerzas armadas? ¿Con qué militares en activo habló? ¿De qué y para qué? ¿Qué significa, qué afinidad y a qué idea responde la redacción del titular “Medio centenar de mandos en la reserva levantan la voz por la constitución”? Vaya. ¿”Levantar la voz” es el paso impotente y retórico de “levantarse en armas”? ¿Por la Constitución significa ir a por ella? Me da que el nombre Fernando Lázaro volverá a aparecer asociado a fuentes militares bien informadas del mundanal ruido. Pero, yendo al meollo de la cuestión, al final la pregunta es meridiana: ¿qué interés puede existir en el grupo italiano RCS MediaGroup, propietaria de la cabecera El Mundo, en contribuir a la desestabilización política de la democracia española?

Una noticia curiosa: dos personas que se identificaron como periodistas de El mundo y de El Español, fueron detenidos por, presuntamente, lanzar objetos contra la policía. Siendo con la misma mano y cabeza, al final algunos no distinguen entre arrojar un titular contra el gobierno o un objeto contundente contra la policía.

La algarada del Loden

A pesar de querer girar cognitivamente la rueda, donde los partidos progresistas son los golpistas y los franquistas los constitucionalistas, la prueba del algodón democrático está ahora cada día en la calle. Son los que gritan “esta es la juventud de España”, mientras desentonan himnos fascistas, xenófobos, homófobos… son la “algarada del loden”, prenda de abrigo característico de la derecha extrema y la extrema derecha. Sayo elegante y apropiado para ponerse por capa la bandera de España. La cosa Pinta de Santa María Niña. La derecha, buscando el camino más corto para llegar al gobierno de las Indias, ha descubierto el viejo continente franquista, con toda la quincallería musical.

Saben aquel que dice “Va Ortega Smith a la policía y les dice: soy diputado y como no hagan lo que les ordeno les denunciaré por abuso de autoridad…” Si es que van muy sobrados de unas cosas y bastante limitaditos de otras. Usted dirá.

Por último, permítanme ser prosopopéyico. Hay un refrán que viene al pelo para entender el futuro del Partido Popular: “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”. Primero, ha dado el Partido Popular en alimentar con su estrategia agresiva a la jauría extremista, dejando que Vox le lleve a su terreno simbólico. No es que el PP atraiga votantes de Vox. Es que Vox atrae al PP a su marginalidad ideológica de demócratas gritando “Franco, Franco”. De ahí la paradoja evidente, el PP puede crecer marginalmente en votos, pero decrecer en opciones de alcanzar el gobierno.

Segundo, dando cobertura discursiva radical, Feijoó nutre el poder de Ayuso. Madrid es España dentro de España, pero la primera España es mucho más pequeña que la segunda. Contribuir a fortalecer la primera debilitando la segunda es un error forzado debido a que “Santa María, este no pinta nada al lado de la niña”.