Se repite hasta la extenuación que la pandemia de la Covid-19 está dejando al descubierto muchos problemas estructurales existentes en España, e incluso en el mundo. De hecho ha recuperado actualidad el último trabajo del sociólogo alemán Ulrich Beck sobre la “Sociedad del riesgo global” [1], publicado en 2002 en castellano. Una obra que reunía una serie de ensayos en los que respondía a las críticas a su anterior y multicitada “La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad” [2] al poner más énfasis en el miedo y en las cuestiones relacionadas con las repercusiones sociológicas y políticas de los problemas ecológicos y tecnológicos.
Esta breve digresión sirve para situar la reflexión, que se plantea desde la ciencia y el entorno evolutivo, con el fin de explicar la situación de la pandemia en España tras la llegada del mes de septiembre. Se ha producido una nueva oleada de contagios, resultante entre otras causas de una desescalada que muchas voces expertas han calificado como apresurada, condicionada en tiempo y forma por el debate entre salud y economía, la presión de los agentes económicos y el pulso político entre administraciones, y agitada por las pulsiones sociales de la ciudadanía española para disfrutar de unas ansiadas vacaciones.
La crisis
Como suele ocurrir en todo proceso patológico que cursa con fiebre, llega el momento de la crisis que en términos de diccionario médico significa punto de inflexión o mutación hacia la curación o el agravamiento.
Aplicamos este concepto a la caótica situación de la Comunidad de Madrid, que hizo crisis en la semana del 14 al 20 de septiembre. En uno de los procesos de serendipia que se encuentran en la investigación científica, un cuidado y medido programa de “Hoy por Hoy” en la mitad de esa semana [3] nos ha permitido definir la esencia del problema en términos de gestión política. Radica en la distinción entre buena y mala política.
Buena y mala política
Buena política es aquella que persigue objetivos beneficiosos para el mayor número de personas, opta por la concordia y la cooperación, procura apoyarse en las opiniones y consejos de profesionales cualificados, y ejerce la transparencia y la autocrítica; la que se ajusta a los principios de la gobernanza sustentada en las éticas como modo de legitimación. Esta “gobernanza responsable” es una de las cualidades que Robert Skidelsky atribuye a la buena política [4].
La buena política debe ir de la mano del buen gobierno y contar con una buena administración pública, despolitizada y desideologizada, eficiente y con una burocracia ágil, capaz de materializar estas características y objetivos de la buena política y el buen gobierno. Porque, no seamos ingenuos, la buena política puede también producir malos resultados.
Por contra, mala política es precisamente aquella que se ejerce con visiones y acciones opuestas a las antedichas: beneficio de pocos, relatos cortoplacistas, apuesta por la confrontación y el discurso anti dialogante, incluso beligerante -en muchas ocasiones en forma de nacionalismo xenófobo, una de las características que Skidelsky atribuye a la mala política-, y tendencia a ignorar hechos probados por la evidencia científica y técnica y rechazo de opiniones autorizadas -llegando incluso al anti intelectualismo-. Mala política, mal gobierno, son también los que se ejercen desde la incompetencia o, lo que es peor, desde la irresponsabilidad y/o la frivolidad.
En el citado programa radiofónico, y en relación con la gestión de la Covid-19, se ofrecieron dos ejemplos de buenas políticas con situaciones muy diferentes respecto a la intensidad de la infección. Uno en una comunidad autónoma como La Rioja, afectada por un alto nivel de contagios pero con unas acciones e instrumentos bien engrasados. La presidenta de la comunidad explicó que estaban pudiendo realizar un seguimiento exhaustivo, gracias a tener plenamente identificado el ámbito de contagio -el entorno de la vida familiar y de las relaciones en el mismo- y a contar con un rastreador por cada 2100 habitantes y tener plenamente articulado el asunto de la hospitalización y los ingresos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS), fruto de la experiencia del primer periodo de ataque del virus y gracias a un buen profesional que montó el sistema y ha cuidado del mismo. Mientras que además, con toda elegancia mostró su preocupación por aquellas regiones que estuvieran en situaciones de dificultad como la de su comunidad. El otro caso es el de Asturias -que fue expuesto no por ningún responsable de la gestión, sino por la corresponsal de la emisora, lo que refleja una buena y transparente política de comunicación institucional. Esta Comunidad Autónoma se caracteriza por un alto nivel de PCRs, seguimiento, cuarentenas y cierres selectivos, así como por el desarrollo de capacidades propias para identificar el virus y a afrontar los procesos graves, como tests de diagnóstico y respiradores. Aunque no fue citado su caso en dicho programa, es justo hacer mención a Castilla y León, que cuenta con presidente y vicepresidente muy reflexivos y con una magnifica Consejera de Sanidad, la Dra. Verónica Casado, reconocida hace unos pocos años con el premio al mejor médico de Atención Primaria del mundo.
No en todos los territorios de la geografía nacional puede encontrarse este tipo de ejemplo de buena política. Asistimos, por el contrario, a estrategias basadas en un continuo relato político de confrontación apoyado en esencialismos identitarios, con base ideológica de nacional regionalismo o de “libertarianismo” trumpista, generalmente lideradas y respaldadas por personas y equipos con dudosas capacidades y experiencia en la gestión, reacios a escuchar a los profesionales sanitarios; o con tales capacidades pero dispuestos a hacer ejercicios estadísticos, jugando con el modo y los tiempos para emborronar los resultados. Una primera conclusión: Madrid y Cataluña -Barcelona y Madrid, en tanto que grandes urbes capitalinas- son reflejo especular de los grandes problemas de una España nacional-regionalizada.
Madrid y sus quiebras: ¿el motor económico de España?
Como nos recuerda Siri Hustvedt, escritora Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, “todas las culturas humanas crean relatos para explicar por qué las cosas son como son” [5]. En estos relatos tienen gran relevancia los símbolos, los mitos y las ficciones. En el debate entre la salud y la economía a la hora de definir la estrategia de defensa frente al coronavirus, el gobierno de la comunidad de Madrid ha incorporado de una manera muy prominente el relato de la pujanza de la región como “una de las regiones más prósperas de Europa” [6]. Cabe incorporar algunos matices a la consideración de Madrid como “motor económico para España”, frase que forma parte del discurso reivindicativo de la capitalidad madrileña.
Un artículo de Fernando Peinado en El País [7] ha explorado una de las ligas menos conocida entre nosotros, quizás porque no destacamos en ella. Europa desarrolla el National Innovation Scoreboard (Cuadro de Indicadores de Innovación Nacional) en el que España ocupa una posición intermedia, definida como modesta o moderadamente innovadora. Existe también el mismo ejercicio a nivel regional, el Regional Innovation Scoreboard, en el que concentra el análisis del artículo citado. Por más que en 2019 se produjera el sorpaso de Cataluña por la región de Madrid en cuanto a contribución económica al PIB de nuestro país, los datos no son muy halagüeños, porque Madrid ni siquiera ocupa el primer lugar dentro de España, aunque tampoco las posiciones de las otras tres regiones que van delante son para sentirse eufóricos o esperanzados ante el reto de afrontar el cambio necesario para la recuperación tras la Covid-19. La primera Comunidad Autónoma es el País Vasco, que se sitúa en la posición 132 entre 238 regiones en Europa; le siguen Cataluña (140) y Navarra (145), mientras que Madrid está en la 149.
No solo es que el puesto no sea glorioso, sino que lo más preocupante son las quiebras que se detectan en el informe europeo y que pormenoriza el artículo glosado, análisis que revela que Portugal está por delante -con Lisboa en el puesto 94, mientras que sus regiones menos prósperas se sitúan cerca o incluso por delante de Madrid (Alentejo 152, Algarve 148)- gracias sobre todo, según el informe, al liderazgo de sus pequeñas y medianas empresas. Hay que subrayar, no obstante, que Madrid puntúa muy bien en el porcentaje de población de entre 30 y 34 años con estudios superiores y en el porcentaje de empleos relacionados con la economía del conocimiento, pero obtiene muy malas notas en lo relacionado con la I+D y la innovación: patentes, impacto de las publicaciones científicas e inversión en I+D por el ámbito empresarial. Se subraya el lastre que representa para Madrid la dependencia excesiva del sector servicios.
La receta: buena política y conocimiento experto
La receta no es desconocida, ni nueva. Como toda receta, admite interpretaciones, adaptaciones, personalizaciones. Pero los ingredientes básicos son conocidos.
En un editorial publicado hace algo más de una década en la revista científica American Journal of Public Health [8], investigadores del Joint United Nations Programme on HIV/ AIDS y del Harvard Center for Population and Development Studies señalan que, históricamente, muchas de las mejoras en salud pública derivan de la sinergia entre liderazgo político y ciencia. Los autores ilustran la potencia de esta sinergia a través de algunos de los avances en salud pública conseguidos a finales del siglo XIX y en el siglo XX: las mejoras en la salud de los niños tras el fin del trabajo infantil en Europa, el descenso de la tuberculosis como resultado de la mejora de las condiciones de vida, la reducción de la incidencia de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, o los progresos en la respuesta contra el SIDA. Todos estos casos, señalan los autores, llevan aparejadas mejoras en los tratamientos médicos, pero también, y no menos importantes, decisiones políticas en respuesta a movilizaciones sociales. Nos permitimos adoptar la receta y destacar la aportación de este último ingrediente, la concienciación y movilización social.
Podemos considerar este texto como un ejemplo de lo que la comunidad científica ya conocía y avisaba mucho antes de que estuviéramos sometidos a la pandemia de Covid-19. Los autores finalizan el artículo señalando que la intervención temprana del liderazgo político es sin duda esencial para abordar con eficacia asuntos de salud pública, aunque por sí sola no puede asegurar una respuesta eficaz; sin embargo, en combinación con la movilización comunitaria, un buen aparato de salud pública, un desarrollo económico continuado e innovación en ciencia, puede propiciar avances incluso en las situaciones sanitarias más difíciles.
El artículo se centra en el caso del SIDA, en cuya gestión los autores identifican elementos propios de buena política: la corrección de injusticias subyacentes y la movilización de un impulso político positivo en torno a temas como los derechos de minorías o grupos desfavorecidos o estigmatizados, en este caso por la enfermedad. Y ejemplos de mala política, como aquellos en que ésta bloquea acciones basadas en evidencias que podrían impulsar el acceso a tratamientos médicos en países pobres o la prevención de la transmisión de enfermedades.
La ciencia en dificultades ante sus dilemas
La ciencia se está moviendo en una situación ambigua, que no es buena para su cultivo de acuerdo con el método para la producción de conocimientos, que requiere evaluación por expertos y que se puedan replicar los resultados y los datos; en suma, contrastación guiada por la combinación de las éticas weberianas de la convicción y la responsabilidad. Aunque es cierto que la ciencia no está libre de ideologías, sus cimientos se basan en la búsqueda de la objetividad; se apoya en la evidencia empírica, en la búsqueda de la verdad contrastada, en el antidogmatismo [9]. Aún en esta situación de incertidumbre, la ciencia se enfrenta al virus con estas herramientas y produce avances en el tratamiento y la prevención (estrategias epidemiológicas, desarrollo de tratamientos y vacunas), mientras que el enfrentamiento ideológico cede ostentosamente ante este organismo que Javier Sampedro ha denominado como “un mero puñado de átomos sin religión ni ideología” [10].
El encuentro entre políticos embarrados en una estrategia de confrontación ha puesto a la ciencia y a los científicos en una situación complicada. Como ejemplo, el fugaz nombramiento –apenas dos días para presentar su dimisión- del Dr. Emilio Bouza, un científico independiente y microbiólogo de prestigio, como portavoz del Grupo Covid-19 encargado de la coordinación entre las administraciones de Madrid y Central.
Manifiesto de la profesión médica
Entretanto, el 4 de octubre de 2020 se hace público un manifiesto por parte de 55 sociedades que se autocalifican de científicas, siendo en realidad científico-médicas, que agrupan a 170.000 profesionales sanitarios.
En uso de su legítimo derecho, estos profesionales que están trabajando en combatir la pandemia, con enorme dedicación y riesgos personales, publican este manifiesto en el que recogen 10 puntos, que en general están plenos de sentido y sobre los que no hay duda de su pertinencia. Es asimismo lógica su apuesta por dirigirlo al Presidente del Gobierno de España y a los Presidentes de las 17 Comunidades Autónomas. Sin embargo, cometen un cierto riesgo mediático con el eslogan que abre la declaración: “Señores políticos: en la Salud ustedes mandan pero no saben”. Es rotundo porque se busca la inmediata atención, las emociones para que guste (los endemoniados likes) y los ciudadanos firmen, se adhieran al mismo en una plataforma como Change.org.
Pero, como era de temer, los comentarios en los medios se han concentrado en el mensaje del titular, del título, y no en los 10 puntos que plantea el manifiesto. En este caso, el título ‘catching’, impactante, ha ocultado en cierto modo el mensaje central del manifiesto. Las diez peticiones o declaraciones que se exponen en el manifiesto son racionales, pero no ha habido reflexión o análisis sobre los diez puntos o sobre algunos de ellos. Porque esta sociedad que se ha llamado de la información, parece preferir estar desinformada, y a la vez sentirse atenazada y agobiada.
Un breve apunte crítico: con esta negación de saber, cuando la política es el instrumento para el ejercicio de la democracia y no todos los políticos son iguales, los riesgos de reacciones son claros. Y por otra parte, no todos los médicos saben de toda la complejidad que entraña la Covid-19. Hay en esta estrategia comunicativa una generalización en la política, y también un cierto triunfalismo (prepotencia) en la medicina, incluso en la ciencia, porque no toda la ciencia entiende de los muchos aspectos asociados con la pandemia y sus impactos socio-económicos y quizás hasta políticos.[*]
Trebejos para el juego político
Entre estos dispositivos hay que mencionar los siguientes:
Invocar la importancia de la familia Weber: por un lado, las propuestas éticas de Max Weber, quien atribuyó la necesidad de la convicción en los científicos y de la responsabilidad en los políticos. Pensamos y proponemos que los dos principios deben ser aplicados en ambas profesiones. Su hermano Alfred Weber, por su parte, con su teoría del coste mínimo se puede considerar como un precursor del consecuencialismo, que hemos defendido en el concepto de interéticas [11] para problemas complejos y modernos.
Por otro lado, establecer que la mala política puede serlo por acción o por inacción. Asimismo puede tener su base en la ignorancia, o serlo por desconocimiento o por incompetencia. Por el contrario, la buena política requiere necesariamente inteligencia, conocimientos y competencia. Es reconfortante tras haber trabajado recientemente en un curso de la UIMP sobre el diálogo entre ciencia y religión [12], encontrarse a los pocos días con la última encíclica del papa Francisco [13] con críticas a esos dos grandes problemas que arrastramos como efecto de cuarenta años de estrategia neoliberal y que ha conducido al populismo.
Por último, una innovación: en una valiosa discusión con los alumnos del Curso sobre Interéticas y Emprendimiento Social de la ETS de Ingeniería de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid el 7 de octubre de 2020, interesados por la transformación social, uno de nosotros (EM) propuso el concepto de “populismo inverso” para la acción; frente a la mentira, verdad; activismo en redes sociales para difundir el discurso de la reflexión y el análisis ponderado basado en datos; victimismo para defender a los otros con la responsabilidad de la empatía.
Proponemos asimismo un nuevo instrumento para el juego político que se puede aplicar en las Cortes Españolas y entre los analistas políticos: Identifique por favor cuántos y cuáles son los gobiernos “Frankenstein” en esta España cuasi federal de 17 Comunidades y 2 Ciudades Autónomas.
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[*] Con respecto a la complejidad de la ciencia y nuestra continua invocación a la interdisciplinaridad, este dato: El reputado científico social que es el profesor José Félix Tezanos ha publicado en el número de septiembre-octubre de ‘Temas para el debate’ un valiente e innovador articulo con el título “La pandemia como reto adaptativo”, en el que se atreve a recurrir a la evolución como marco. Sin embargo, hay una frase que denota, sin mencionarlo, el peligro del darwinismo social. Ese concepto está en pleno descredito con las visiones más modernas de la evolución. Evolución no es la supervivencia de los más fuertes ni de los que más se reproducen, sino de los que se adaptan y sobre todo de los que son capaces de establecer relaciones con los entornos, hasta poder modificarlos. Evolución significa lucha y combate, pero no solo descansa en los genes (matizado fin del determinismo genético) sino que depende también del medio ambiente y de la cultura.
Referencias
[1] R. Modesto Escobar (2003) Reseña del libro: Ulrich Beck. La sociedad del riesgo global
(Madrid, Siglo XXI, 2002) Revista Española de Investigaciones Sociológicas (REIS), 101(3): 279-303. http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_101_131166619689246.pdf.
[2] Ulrich Beck (1998) La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona : Paidós Ibérica. Primera edición en castellano.
[3] Cadena Ser. Programa ‘Hoy por Hoy’, 17 septiembre 2020. https://play.cadenaser.com/programa/hoy_por_hoy/
[4] Robert Skidelsky (2020) La buena política y la mala economía. La Vanguardia, 8 octubre 2020. https://www.lavanguardia.com/opinion/20181008/452223646174/la-buena-politica-y-la-mala-economia.html#.
[5] Siri Hustvedt (2020) Las Pandoras de la pandemia. El País, sección Sociedad, 27 septiembre 2020. https://elpais.com/sociedad/2020-09-26/las-pandoras-de-la-pandemia.html.
[6] Sara Medialdea y Víctor Ruiz de Almirón (2020) Díaz Ayuso: «Ha habido una farsa sobre Madrid. Es una estafa para vender el caos y justificar la intervención». ABC, 4 octubre 2020. https://www.abc.es/espana/abci-diaz-ayuso-habido-farsa-sobre-madrid-estafa-para-vender-caos-y-justificar-intervencion-202010032127_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F#
[7] Fernando Peinado (2020) El ranking de innovación que pone a Madrid por detrás del Algarve portugués. El País, sección Madrid, 14 septiembre 2020. https://elpais.com/espana/madrid/2020-09-13/el-ranking-de-innovacion-que-pone-a-madrid-por-detras-del-algarve-portugues.html.
[8] Peter Piot, Sarah Russell y Heidi Larson (2007) Good Politics, Bad Politics: The Experience of AIDS. American Journal of Public Health, 97(11): 1934–1936.
[9] Jesús Rey Rocha y Emilio Muñoz Ruiz (2019) En qué se parecen ciencia y democracia. The Conversation, 1 Agosto 2019. https://theconversation.com/en-que-se-parecen-ciencia-y-democracia-120326.
[10] Javier Sampedro (2020) Un regalo envenenado de la madre naturaleza. El País, sección Sociedad, 27 septiembre 2020. https://elpais.com/sociedad/2020-09-26/un-regalo-envenenado-de-la-madre-naturaleza.html.
[11] Emilio Muñoz (2015). Éticas aplicadas. Seminario Internacional Economía y Valores. Fundación Ramón Areces, 19 febrero 2015. https://es.slideshare.net/FundacionAreces/emilio-muoz-ticas-aplicadas.
[12] María Ángeles Gallego y Jesús Rey (dir.) (2020) Del templo al laboratorio: diálogo multidisciplinar entre ciencia y religión. Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), 29 septiembre a 1 octubre 2020. http://www.uimp.es/agenda-link.html?id_actividad=64SG&anyaca=2020-21.
[13] Daniel Verdú (2020) El Papa arremete contra el neoliberalismo y el populismo en su documento más político. El País, sección Sociedad, 4 octubre 2020. https://elpais.com/sociedad/2020-10-04/el-papa-arremete-contra-el-neoliberalismo-y-el-populismo-en-su-documento-mas-politico.html