Lo más rancio de la derecha española le pide a Casado que dé la batalla cultural. Tampoco necesitan insistir mucho, dado que es lo que le pide el cuerpo. Ahora, ¿qué es la batalla cultural? Explicado en breve, que defienda los movimientos en contra de los derechos de la mujer (por ejemplo, interrupción del embarazo), los movimientos en contra de la libertad sexual (por ejemplo, contra el matrimonio homosexual o su derecho a la adopción) y asuma la defensa de los valores católicos y de las tradiciones. Es un plan que ya antes predicaron Aznar o Rajoy, pero que solo ejecutaban en la intimidad. Es difícil contar la financiación y privilegios otorgados a grupos ultracatólicos como los Legionarios de Cristo o el Opus Dei. Eso sí, tocaban la fibra sensible en campaña y lo olvidaban en la práctica. La de veces que primero Alianza Popular y después el PP prometió deshacer lo hecho (divorcio, por ejemplo) y después fue que no. Eso sí, por recurrir a recursos al TC que no quede. Ahora con VOX la cosa se vuelve peliaguda. Dado que su promesa es gobernar con VOX, igual hasta se ponen a ello de verdad de la buena.

Casado, paradójicamente, ha dado en amenazar a los españoles con compartir el poder con VOX. Un VOX que en principio estaba desdibujado, donde lo ultra (derecha y marino) era lo más característico. Pero ahora ya no es solo imagen, van poniendo carne al asador: contra las autonomías, contra Europa, contra la migración, recontra… Todo un mordisco al electorado más franquista del PP y una locomotora para movilizar el voto sensato de izquierdas (progresistas y moderados), desmotivando al votante de centro que paseó por Ciudadanos. Si me preguntan, que no lo han hecho, el PP y los medios de derechas están haciendo la campaña de la izquierda. Y esa es la mejor campaña, la que te hacen los demás sin querer queriendo otra cosa. Nadie mejor que VOX para amenazar con las políticas de VOX. El apoyo de la derecha a un gobierno progresista en el 2023 no tiene precio. Precisamente, el riesgo que asume Casado evidencia lo desesperado que se encuentra.

Continúan los achaques del capitalismo tardío y un síntoma de interés es la aparición de enfermedades autoinmunes. El capitalismo se ataca a sí mismo en sus órganos más sanos, poniendo en riesgo su propia supervivencia. Primero la especulación financiera se llevó por delante una parte significativa de la economía productiva (mercado de trabajo) construcción, servicios, etc. Ahora, la especulación energética amenaza la industria y el comercio que no pueden pagar las mordidas de beneficios oligopólicos. Esa patología autoinmune que es la especulación (paraísos fiscales entre otros) asfixiará el sistema desde dentro, por más que el estado intente dar respiración asistida. Lo tiene difícil, cuando una mano del capitalismo (ahora especulación energética) estrangula su propio cuello.

Puestos en enfermedades autoinmunes y encuestas, ha sido lamentable el espectáculo de personas que se pensaban progresistas o que presumían de ciencia demostrar la más absoluta ignorancia de la metodología de encuestas y la más alta sabiduría para desde la ignorancia hacer el juego a la ultraderecha más casposa. Las encuestas del CIS, de metodología transparente y accesible, han sido y son atacadas de forma patológica desde empresas y fuentes noticiosas que trasmiten la peste negra de la desinformación.

Ha sido la prueba del algodón. En la que alguien escribió, opinó o bromeó sobre los datos del CIS por tener presidente de ideología socialista, ya le doy su diagnóstico: el mismo ser en forma y maneras de quienes ustedes ya saben. Cuando repiten el mantra falso de los errores de “predicción” del CIS pueden presumir de contribuir con su granito de estupidez a la denuncia delirante de VOX, que usó sus voces y declaraciones a los medios para fundamentar el acoso judicial. Cuantos estarían sorprendidos de ser utilizados como parche de tambor en la tamborrada autoritaria: “solo se trataba de desprestigiar a Tezanos, ¿quién iba a saber que seríamos tan “tantos” útiles para la extrema derecha?” A ese pensamiento que imagino le pongo más rostros de los que quisiera…