Es bien sabido que Ucrania está librando una guerra de carácter existencial para sí misma y para Europa y Occidente. De ahí que tanto la UE como los Estados Unidos, sin ser cobeligerantes, han sido desde el minuto uno, y lo siguen siendo, los principales aliados del país agredido, junto al Reino Unido, tanto en el campo político y diplomático, como en el económico, y en el humanitario, pero también en el terreno militar, incluyendo, formación, inteligencia y armamento. El objetivo es repeler la agresión y recuperar el territorio ilegalmente ocupado por Rusia, al menos de acuerdo con el statu quo del 23 de febrero de 2022.
La ayuda global asciende a 110.000 millones de euros. En materia de armamento se han proporcionado hasta la fecha fusiles, pistolas, ametralladoras, lanzagranadas, morteros, cañones, obuses, misiles de corto alcance, sistemas antitanques, lanzacohetes, sistemas de defensa antiaérea, todo ello con la correspondiente dotación de munición, así como helicópteros y vehículos blindados de transporte, entre otros.
Inicialmente se privilegió el armamento de fabricación soviética por no requerir formación y por la compatibilidad con el arsenal ucraniano, como los blindados BMP-1, los sistemas múltiples de lanzamiento de cohetes BM-21 “Grad” o los helicópteros Mil Mi-17, enviados por países como República Checa, Eslovaquia y Polonia. Al mismo tiempo, en modo contradictorio, se establecieron algunos límites a las entregas, excluyendo a algunos sistemas antiaéreos, tanques, aviones de combate, y misiles de largo alcance, con base a unas imaginarias líneas rojas que, de rebasarse, llevarían a Putin a utilizar el arma nuclear. En todo caso, estas “líneas rojas” iniciales han ido rebasándose progresivamente con los tanques T-72 enviados por Polonia y República Checa desde abril de 2022; con piezas de artillería como los Howitzers, entregados a Ucrania desde mayo por numerosos países; con sistemas de misiles balísticos tácticos, como los HIMARS estadounidenses, que se empezaron a enviar en junio; así como con sistemas antiaéreos como los Patriot estadounidenses, que se han comenzado a entregar en diciembre de 2022. También se alegó que algunos equipos, como los aviones de combate F-15 y F-16, requerían “demasiados” meses de formación tanto para su pilotaje como para su mantenimiento. Sin embargo, tras casi un año de guerra, de haberse procedido entonces con celeridad, los pilotos ucranianos ya llevarían mucho tiempo habilitados para volar estos aparatos, con grave perjuicio para las actividades de la aviación militar rusa.
Ciertamente, con misiles de largo alcance como los MCM-140 ATACMS estadounidenses, que tienen un alcance de 300 km, existe un riesgo de escalada si Ucrania los lanzara sobre el espacio aéreo de la Federación Rusa, aun cuando se podría pactar su uso con esta limitación. Pero los acorazados son imprescindibles para fortalecer las ofensivas ucranianas con el objetivo de recuperar su integridad territorial, y los aviones de caza son necesarios para entorpecer y frenar los bombardeos rusos sobre la población civil y las infraestructuras esenciales.
Cierto es que varios países occidentales han entregado, o se han comprometido a proporcionar, vehículos blindados de transporte de tropas, como los 350 M998 de Estados Unidos, los 200 Senator APC canadienses, los 60 VABs franceses o los 14 M113 de Portugal; vehículos blindados antiminas, como los 53 Mrap estadounidenses; vehículos blindados ligeros de combate, como los 40 Marder de Alemania o los 109 Bradley M2 y los 90 Strykers estadounidenses; y tanques ligeros, como los AMX-10 RC franceses. Pero en esta fase de la guerra, y en previsión de una posible contraofensiva rusa de invierno o primavera, basada sobre la movilización parcial de 300.000 soldados anunciada el 21 de septiembre de 2022, así como en la reindustrialización armamentística acelerada, Ucrania necesita urgentemente los tanques pesados occidentales que tendría que haber recibido al comienzo de la agresión, opción que cuenta con el apoyo del Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell.
En primer lugar, porque se están agotando los stocks de munición y repuestos de fabricación soviética para los T-72, además de las pérdidas de estos blindados en combate. En segundo lugar, porque, según el artículo Western tanks key for Ukraine’s war effort, publicado por Financial Times el 21 de enero de 2023, los tanques de fabricación occidental tienen un blindaje más fuerte, cañones más precisos, y un sistema de navegación y control mejor, permitiendo operaciones nocturnas. En consecuencia, este tipo de armamento permitiría lanzar una ofensiva preventiva por parte de Kiev capaz de desbordar las líneas de defensa rusas en frentes enrocados como en el Dombás, siendo particularmente eficaz, en combinación con infantería y artillería, para recuperar territorio actualmente ocupado por el agresor.
El Reino Unido ha sido el primero en romper el tabú sobre la entrega de tanques pesados occidentales al anunciar el 15 de enero de 2023 el envío de catorce Challengers 2 a Ucrania, una cantidad simbólica pero dirigida a animar a otras potencias occidentales a contribuir con sus efectivos. Sin embargo, la reunión de donantes celebrada en Ramstein (Alemania) celebrada el 20 de enero, concluyó con sendas negativas de los Estados Unidos y de Alemania a entregar Abrams o Leopard 2, respectivamente, en el marco de una suerte de bloqueo recíproco. Los estadounidenses se niegan a entregar los Abrams, alegando que requieren más combustible y son más difíciles de mantener, pero animan a los alemanes a dar sus Leopard 2, así como a otorgar permisos de re-exportación a los otros doce países europeos que cuentan, en conjunto con Alemania, con 2.000 unidades de este tanque. Habría por tanto un fondo de armario más grande del que nutrirse, además de simplificar el suministro de repuestos y la formación a un solo tipo de blindado, principalmente. Berlín por su parte no está dispuesto a liderar una decisión que considera delicada por las implicaciones con Rusia, y que supondría una entrega masiva de tanques a Ucrania por parte no solo de Alemania, sino de muchos otros países aliados como Polonia o Finlandia. Reclama así que Estados Unidos entregue primero sus Abrams.
¿Qué hacer? Según las estimaciones del citado artículo de Financial Times, Ucrania estaría perdiendo hasta 130 tanques al mes y, según el artículo Pour les blindés lours, les États-Unis n’entendent pas être en pointe de Le Figaro del 21 de enero de 2023, requeriría entre 300 y 500 blindados pesados para lanzar una nueva campaña o repeler una nueva contraofensiva rusa. Urge pues una solución pragmática para desbloquear la situación. Las objeciones técnicas a los Abrams no tienen suficiente entidad frente al desafío geoestratégico al que se enfrentan los aliados occidentales, mientras que Washington no debiera dar la impresión de que en realidad prefiere que ningún estado dé tanques a Ucrania, limitando artificialmente sus posibilidades de victoria, para no humillar a Rusia. Por tanto, Estados Unidos debe acordar con Alemania una entrega limitada de Abrams en simultaneidad con el suministro de los Leopard 2, incluyendo el otorgamiento de los permisos de re-exportación al resto de países europeos del ya famoso tanque germano. La UE, con su Alto Representante para la Política Exterior a la cabeza, puede ayudar a fraguar rápidamente esta convergencia estratégica entre Berlín y Washington, en beneficio de Ucrania, Europa, y Occidente.