Tres son las tendencias demográficas más significativas en el contexto europeo, y particularmente en España: la elevación de la esperanza de vida, la caída de la tasa de fecundidad, y la disminución del tamaño medio de los hogares.
Entre el año 1960 y 2020, la esperanza de vida aumentó considerablemente en todo el mundo. Si en 1960 era de 50,7 años, contabilizando a las mujeres y a los hombres. En el primer caso aumentó, en el periodo de referencia, hasta alcanzar, en 2020, los 75,1 años y los 70,6 en los varones.
En nuestro país en 1960 ascendió a 71,66 y 66,68, en 2020 fue de 85,1 y 79,6, respectivamente, observándose un descenso a consecuencia de la mortalidad ocasionada por la pandemia de la COVID-19 (se constata si nos fijamos, por ejemplo, en los datos del año 2016, fecha en la que la de las mujeres fue de 83,5 años y la de los varones de 77,6). Dentro de la Unión Europea las cifras coronaron en 2020 los 83,3 y 77,8, en su caso. La otra cara la tenemos en países como el Chad en donde en 2020, aprehendió los 55,9 y los 53,1. Las proyecciones de Eurostat apuntan hacia que el porcentaje de personas de 80 años o más, en Europa, crecerá hasta un 14,6 % en 2100 (2,5% en 2019).
En lo que a las tasas de fecundidad en España se refiere, la orientación de las últimas décadas ha sido la de una reducción drástica del número de nacimientos. Si en 1960 era de 2,86 hijos por mujer, en 2016: 1,36. En los años 2020 y 2021, también a consecuencia de la pandemia de la COVID-19, bajaron hasta 1,14. En los países de la UE esta evolución ha ido pareja, de tal suerte que en 1960 se instaló en 2,6, a distancia del año 2020: 1,5.
Lo anterior se relaciona, con la evolución de las formas de emparejamiento y las pautas reproductivas; la incorporación de las mujeres a la vida laboral extradoméstica; la ampliación temporal del periodo formativo-educativo y la orientación de las políticas laborales.
El descenso de nuestra nupcialidad (matrimonios por cada 1.000 habitantes) ha sido notable: en 2006: 4,5, en 2020: 3,5; en la UE-27: 4,8, en 2006 y 3,2 en 2020); junto con el aplazamiento de la edad de entrada al matrimonio (en 1976 la edad media de los varones era de 25,8 años y la de las mujeres de 23,9 años, en 2020 aventajaron los 40,4 y 37,4 años); y la cada vez mayor edad en las que las mujeres tienen sus hijos (en 1975 con 24,8 años y en 2020 con 31,2; en la UE-27, en tan solo 7 años (2013- 2020), se ha pasado de 28,8 a 29,5 años), han sido los principales efectos coligados.
En este contexto, las parejas tienen cada vez menos hijos, uno sólo (sería la idea del hijo/a tesoro) e incluso deciden no tenerlos. Con datos de 2021, de Eurostat, en la Unión Europea en el 49% de los hogares hay un hijo, en el 39% dos, en el 12% tres o más, y el 13% está integrado por parejas sin hijos.
Los efectos de estas pautas demográfica, en conexión con los cambios de valores en la sociedad española, han dado lugar a una disminución del tamaño medio de los hogares. Así las cosas, en 1960 el tamaño medio era de 4 personas, en 1991 decreció hasta 3,28; en 1998 alcanzó algo más de 3 personas, en 2016 descendió a 2,50 y subió ligeramente a 2,51 en 2020, hecho que se explica por la prevalencia de los hogares nucleares. Según el INE, el tamaño medio de las familias pasará del actual 2,51 personas a 2,41 en 2035. En la UE-15 la direccionalidad ha sido similar, en 1961 el tamaño medio era de 3,3 miembros, en 1995: 2,5 y en 2020: 2,3.
La emancipación tardía de los jóvenes da cuenta (el 62,8% de los jóvenes entre 18 y 34 años viven con sus padres en España, en la Unión Europea el 48,2%), en buena medida, del predominio de los hogares nucleares. Se explica por la situación del mercado laboral (con una tasa de paro entre los menores de 25 años del 30,8%, además de una elevada precariedad laboral, según informaciones del primer trimestre del 2022 de la EPA) y la carestía de la vivienda, en un entramado vivencial, desde hace quince años, de dos crisis económicas concadenadas (la del 2017-2018 y la de la COVID-19).
Por otra parte, se está asistiendo tanto en España, como en el contexto europeo a un aumento de los hogares unipersonales (15% en 1960, 28% en 1995, 35% en 2020). En nuestro país si en 1970 los hogares unipersonales españoles representaron el 7,5% sobre el total de hogares; en 1981 ascendieron al 10,2%; en 1996 al 12,4% y en 2020 se instalaron en un 26,1%.
Lo anterior exige adoptar medidas políticas de bienestar social de alcance y largo recorrido, de cara a atender las demandas de la población española y europea, en función de las tendencias demográficas que vayan forjándose a futuro.