Desde hace tiempo los medios de comunicación, los sagrados medios de comunicación, tienen bien organizada la campaña de Iglesias Jr. Su último artículo publicado en El País me exige los comentarios que siguen.
Debo constatar, no con tristeza, sino con satisfacción ─por haberlo dicho desde la noche misma de las últimas elecciones─, que a Iglesias Jr. no le interesaba en absoluto que gobernase la izquierda y que se aliviasen los problemas de los ciudadanos. Le interesaba que se realizaran nuevas elecciones para ajustar cuentas con su enemigo predilecto, que por fin ha señalado en su artículo: la vieja social-democracia.
Debo también constatar, con irritación, que Iglesias Jr. escoge un corazón y una sonrisa como lema electoral, pero sigue utilizando la arrogancia y el insulto en sus declaraciones. No puedo en absoluto creer que al tildar al PSOE de vieja social-democracia quiera indicar su respeto a una formación política que ya cuenta con vida en tres siglos de historia diferentes. Creo, más bien, que quiso y quiere calificar el Partido Socialista Obrero Español de antiguo trasto que solo puede servir si le sirve a él. Anoto, de paso, que su finalidad es sencillamente eliminar la palabra socialismo de la vida política de España. Entre Podemos ─Unidos Podemos─ se conseguiría así lo que Franco intentó y no consiguió: eliminar a los socialistas y promocionar a los comunistas. También de paso, anoto cuan discreto se hace el Partido Comunista de España, que ya no reivindica ni el socialismo a lo soviético, ni el eurocomunismo, pero da satisfacción a la vieja ilusión del camarada Anguita, quien por fin ve operativa su pinza soñada, encontrando lo que entonces se llamaba compañeros de viaje.
Señalo que eso de “vieja socialdemocracia” lo recogió ya en parte, con otros fines y otros éxitos, el PSOE después de su Renovación, publicando un libro que habría que regalar a quienes hoy en día amanecen a la política, libro titulado: Ese viejo y nuevo Partido. No soy yo quién para defender al Partido Socialista desde esta columna. Supongo que Pedro Sánchez lo sabrá hacer en sus mítines y declaraciones. Pero quiero recordar que los socialistas, cuando gobernaron, introdujeron en este país formas tan modernas de la política como la creación y articulación de las corrientes de opinión en su seno, la paridad en los cargos y representantes, la Comisión de Ética para el control de sus dirigentes, las primarias para elegir sus candidatos a elecciones… Mucho menos valiente es instrumentalizar la política a través del anonimato del ordenador, lejos de cualquier confrontación militante cara a cara, sustituyendo además la cultura militante diaria por la intervención a través de una pantalla de televisión, frecuentemente ofrecida por otros, con una disponibilidad bastante sospechosa.
Dicen los sondeos, de acuerdo a la voluntad anunciada en su artículo por Iglesias Jr., que la nueva coalición busca el sorpasso al PSOE. No se engañen los electores, de ocurrir esto, el único sorpasso sería a un gobierno de progreso. Es difícil imaginar que el líder de la coalición resultante piense realmente en la colaboración con los socialistas cuando utiliza insistentemente, desde siempre, y más aún desde las últimas elecciones, la arrogancia y los insultos en sus relaciones con ellos. ¿La llamada “vieja socialdemocracia” sería tan novata como para estar dispuesta a ser fagocitada, comida y digerida, por tal alianza?
Por ser vieja, esa socialdemocracia, que también en otras épocas se pronunciaba en tanto que socialismo marxista, conoce la historia de su pueblo. Y recuerda que en tiempos de la Primera República, el fracaso de ésta vino en gran parte de una oleada política que mucho se parece a la fuerza política que ilusiona Iglesias Jr.: Se llamó históricamente el Cantonalismo. Supuso tal disgregación del Estado que se restauró la Monarquía como mal menor. En realidad fue entonces un mal mayor, pero el cantonalismo había desacreditado las ideas de progreso. Por lo tanto, Iglesias Turrión no ha inventado nada nuevo, pero me extraña su ignorancia de la historia, justamente por ser universitario. Dentro de poco tiempo tendremos que elegir entre tres opciones: un nuevo período de ajustes injustos con la derecha, una aventura política total, o una opción de sana y justa recuperación de la justicia social sin vulnerar la economía. Las dos primeras opciones nos llevarán a una situación comparable a la griega. ¿Dónde estará la victoria de un eventual sorpasso?
De ser ciertos algunos sondeos, el sorpasso a las fuerzas de izquierda será definitivo para muchos años, Rajoy gobernará, y tanto los socialistas como los de la nueva coalición solo tendrán posibilidad de protestar y lamentarse en la tribuna de las Cortes. Quizá sea entonces la hora de los sindicatos. Pero confesemos, ¡qué poco preparados para ello están! Cuando llegue ese momento, y en los días previos de discusiones, que las habrá, no quisiera estar en el lugar de Garzón.