La legislatura 2019-2023 ha sido desde luego una de las más inusuales que se recuerdan en la democracia española. Al poco de arrancar, con el primer gobierno de coalición de la historia, de corte progresista y liderado por el socialista Pedro Sánchez, hubo que hacer frente a la pandemia del coronavirus, que por razones de salud pública conllevó el cese de la actividad de la mayoría del comercio y servicios no esenciales, lo que obviamente suponía una caída del PIB y del empleo. Pero gracias a la intervención del Estado, con apoyo de Europa, los puestos de trabajo se mantuvieron durante el confinamiento. Posteriormente la guerra de agresión de Putin en Ucrania redujo el suministro de energía a Europa y de productos agrícolas (cereales, fertilizantes) al conjunto del mundo, generando la consiguiente inflación de costes, la cual acabó trasladándose al resto de la economía.

El gobierno de Pedro Sánchez podría simplemente haberse dedicado a gestionar estas dos emergencias, y con haberlas superado, sobre todo la dimensión sanitaria de la pandemia, ya habría sido suficiente dada la magnitud del insólito desafío.

Sin embargo, el país ha logrado salir de estas dos crisis, sanitaria y bélica, “por arriba”, y no “por abajo”, si lo comparamos sobre todo con la crisis del euro a partir de 2010. Es decir, a la altura de las elecciones generales del 23 de julio de 2023, nos encontramos con una España más fuerte social y económicamente, al tiempo que el gobierno ha podido desarrollar la mayor parte de sus compromisos programáticos al momento de la investidura del presidente Sánchez. en enero de 2020.

Empezando por lo económico, la economía española tiene una tasa de crecimiento superior a la media europea, tras crecer un 5,5 por ciento en 2022, y con unas previsiones del 2 por ciento para el 2023 y 2024, habiendo recuperado el nivel de PIB anterior a la pandemia en el primer trimestre del 2023. Se trata además de un crecimiento más equilibrado que en el pasado, apoyado por palancas como las exportaciones y la inversión, en vez de la construcción y el consumo interno.  En cuanto a la inflación, variable que tiene una incidencia fundamental en las condiciones de vida, se ha reducido al dos por ciento, la más baja de las grandes economías de la Eurozona, tras haber alcanzado al principio de la guerra de Putin el diez por ciento. Gracias a la excepción ibérica (el tope al precio del gas para desacoplarlo del precio general de la luz) pagamos la factura eléctrica más baja de Europa.

Desde el punto de vista social, la tasa de paro (12,7 por ciento de la población activa) es la más baja desde el año 2008, es decir, antes de la crisis del euro. Casi 21 millones de personas cotizan hoy a la seguridad social, la cifra más alta nunca registrada en España. Ha aumentado además la calidad en el empleo, con la reducción de los contratos temporales gracias a la reforma laboral promovida por la vicepresidenta Yolanda Díaz. El salario mínimo interprofesional ha pasado en esta legislatura de poco más de setecientos euros, a superar la barrera de los mil euros. Las pensiones de han revalorizado con el IPC, concretamente un 8,5 por ciento en 2023. También han subido las becas de estudio.

Pero es que a esta eficaz política económica y social, que combina crecimiento económico con justicia social, desarrollada, y esto tiene mérito, al calor de dos enormes choques exógenos como han sido la pandemia y la guerra, hay que sumar medidas como el ingreso mínimo vital para ayudar a las familias sin recursos, el apoyo a la dependencia, y la aprobación de la ley de vivienda, configurándola como el quinto pilar del Estado del Bienestar.  El gobierno también ha seguido luchando contra el cambio climático, siendo país líder en Europa en producción de energías renovables.

Al mismo tiempo, Pedro Sánchez ha desarrollado una intensa actividad internacional, de modo que España es un país central tanto en la Unión Europea, como en la OTAN y en la relación transatlántica. En Europa, el socialismo español lanzó la propuesta de la Unión Sanitaria, incluyendo la compra conjunta de vacunas, que ha sido fundamental para vencer al coronavirus, al igual que la idea del Nuevo Plan Marshall para superar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia (Fondos Next Generation EU, dotados de 750.000 millones de euros, de los cuales 170.000 para España).  En el ámbito euro-atlántico, España ha liderado la transformación de la OTAN tras la guerra de Ucrania (cumbre de Madrid), y ha reforzado los lazos políticos y de seguridad con los Estados Unidos.

En todos estos elementos estriba la gran innovación y originalidad de la socialdemocracia de Pedro Sánchez. En primer lugar, si entendemos la socialdemocracia como la conquista del poder político por parte de los partidos representativos de la clase trabajadora y media, para transformar gradualmente el capitalismo en una economía de mercado social, en favor de las personas asalariadas, pobres, parados y pensionistas, la experiencia de Sánchez no tiene parangón, porque además se ha hecho explotando las crisis y no en períodos de bonanza. Y a la vez, este gran programa de justicia social se ha hecho con una plena inserción de España en el mundo europeo y atlántico.

Por todo ello, y frente a los bulos y mentiras de la derecha, este gobierno merece el respaldo electoral mayoritario.